Patricia Ochoa tiene un rostro amable y ojos tiernos. Pero también se le desborda la valentía y el temple: por momentos se muestra feliz con los recuerdos de su gran amor, pero también pasa del llanto a la rabia, al recordar los 13 años de lucha que ha tenido que vivir, casi en soledad.
No es para menos, el caso Gabela es más que una herida irreparable en la familia. También, según Patricia, el asesinato es una muestra de que el crimen organizado ya estaba estructurado desde hace más de 13 años en el Ecuador y de cómo varios actores del poder político y judicial confabularon, la humillaron e incluso, casi le han arrancado la confianza en la justicia.
El caso del asesinato de Jorge Gabela también es un recuerdo de la valentía de un hombre que denunció sin miedo la corrupción, específicamente las irregularidades en el proceso de compra de los helicópteros Dhruv. El saldo de este negocio viciado es que cuatro de los siete helicópteros adquiridos se estrellaron y el resto tienen prohibición de ser usados. Pero el más alto precio a pagar son las vidas, no solo la del general Gabela, sino también de quienes fallecieron en los lamentables accidentes de los Dhruv, que se hubieran podido evitar.
Aquí la entrevista completa 👇
Metástasis y Purga solo son una repetición de lo vivido
Actualmente para Patricia Ochoa viuda de Gabela, los casos Metástasis y Purga son la evidencia de lo que ella ya vivió desde hace casi 14 años. Al igual que en estos casos que ahora ocupan los titulares de la realidad nacional actual, la justicia en el caso Gabela fue contaminada desde el comienzo. A los cuatro días de haber sido detenido el sicario que disparó a Gabela, el fiscal René Astudillo lo liberó. Presuntamente hubo un pago de 20 mil dólares por su libertad.
Por otro lado, Patricia cuenta que ese mismo fiscal, con ayuda de la Policía, habría querido obligar a uno de los detenidos a que dijera que era novio de la hija de Gabela y que asesinaron al general porque él no toleraba esa relación. Comentó que incluso Astudillo y José Serrano,ex ministro de Gobierno del correato, dieron declaraciones diciendo que Gabela había salido a disparar a los delincuentes. Lo que según Patricia es totalmente falso.
Otro tema irregular es que en este caso también asesinaron a otro detenido que hubiera podido revelar información valiosa, lo cual lastimosamente demuestra el modus operandi del crimen organizado en casos que involucran a las altas esferas del Estado en Ecuador.
La prepotencia de Correa y del fiscal Chiriboga
Patricia cuenta las veces que vivió revictimización por parte del Estado, de lo duro que es enfrentarse ante la injusticia. Recuerda que el propio Rafael Correa, quien era presidente de la República cuando mataron a su esposo, la llamó y que con despotismo le insistía que el crimen había sido un asalto común. A pesar de que esa llamada la hirió y que todo parecía ir en su contra, Patricia siguió en su lucha.
Después de su dura insistencia por justicia, el Gobierno contrató al perito Roberto Meza quien elaboró un informe conformado por tres productos, del cual justamente el tercero, que incluía los nombres de los autores intelectuales, fue mutilado a conveniencia. El informe fue culminado en el 2013, sin embargo, después de casi dos años, recién en 2015, este fue entregado por Ledy Zúñiga, ex ministra de Justicia, sin firma, ni sumillas del perito, comenta Ochoa.
En otro de sus intentos por recibir respuestas, tuvo una reunión con Galo Chiriboga quien era fiscal General en ese momento. Ella le entregó la carta y documentos que había enviado a Rafael Correa en septiembre de 2017, en los cuales solicitaba la entrega del informe del caso. Sorpresivamente Chiriboga le “lanzó los documentos por la cabeza”. Patricia revive ese momento y comenta: “nunca había sido sometida a tanta humillación, nunca había sido ofendida de esa manera tan cruel e infame”. Asegura que Chiriboga nunca quiso investigar el caso y que en esa reunión se enteró de que, aunque dentro del caso siempre se habló del arma con la que se asesinó a su esposo, en realidad nunca contaron con esa prueba.
Patricia está convencida de que con la investigación que hizo el Estado y con la creacion del comité institucional, lo que se buscaba era “borrar las huellas que había dejado el delito”… “para que hayan hecho desaparecer el tercer producto donde estaban los nombres (de los autores intelectuales del asesinato)”, asegura.
También comenta que a pesar de que se hizo la reconstrucción del tercer producto, existen muchos documentos y evidencias que ya no se pueden recuperar. Sin embargo, después de toda la odisea que ha tenido que sufrir, ella tiene claros los hilos y los personajes que se movieron en el crimen.
En la actualidad existen dos sospechosos de ser los autores intelectuales del crimen. Ellos son Alonso Espinosa y Rodrigo Bohórquez, dos exgenerales de la FAE. Los dos estaban a favor e involucrados en la compra de los Dhruv. Espinosa ha sido cuestionado por haber ordenado la persecución a Gabela y por su lado Bohorquez quien asumió el cargo de Gabela y que inmediatamente aprobó la compra de los Dhruv, amenazó en público al general. Y aunque después de su primera comparecencia dijo que no lo había amenazado, ahora lo reconoce. “Sin embargo sigue libre”, lamenta Ochoa.
Esta historia es una impronta de lucha y resistencia que inspira, pero que también causa dolor ya que pasaron gobiernos, pasaron los años y no existen responsables, ni verdad, ni justicia, mucho menos reparación para esta familia y para todo un país que sigue esperando respuestas.
El caso Gabela y el de Fernando Villavicencio se encuentran
Las semejanzas de los casos del general Gabela, asesinado el 19 de diciembre del 2010 y el de Fernando Villavicencio, víctima de un sicariato el 9 de agosto del 2023, duelen en lo profundo del alma de la humanidad. Ambos fueron asesinados por lo que representaban, porque eran hombres sin precio, con valores y conciencia social. Patricia Ochoa se muestra profundamente agradecida con la labor de Fernando Villavicencio, en la investigación del caso Gabela. También comentó que fue el único candidato presidencial que estuvo en la presentación de la reconstrucción del tercer producto.
Efectivamente, Fernando Villavicencio a lo largo de su trayectoria periodística realizó profundas investigaciones y publicaciones sobre este caso, convirtiéndose en uno de los defensores de la verdad y responsabilidad del «Caso Gabela». Todas estas investigaciones se pueden revisar en este portal.
Luego como legislador y candidato presidencial, una y otra vez recordó que se debía garantizar que “las lágrimas de Patricia Ochoa de Gabela seguirán existiendo, pero como el recuerdo a Gabela, a su amor, pero no como un recuerdo de impunidad en este país”.
Amor y resistencia
Este matrimonio, cuenta Patricia, surgió de un enamoramiento genuino, de una profunda conexión generada por valores similares, como la justicia y la honestidad, recuerda la amabilidad de su esposo con lágrimas en los ojos. Que era un hombre sensible, tal vez diferente a lo que se esperaría de un general, menciona que muchas personas resaltan que el general antes que militar, fue un ser humano, un padre presente, que se daba tiempo para estar con sus hijos.
Sobre ella misma dice que desde el matrimonio fue un ama de casa y que disfrutaba serlo, pero que esa ama de casa murió junto con el general Gabela y nació esa Patricia que ella no pensaba que existía, una que no permitiría la injusticia. Y claro que ha sido así, Patricia representa la lucha incansable por la verdad.
En el día a día el dolor perdura, comenta que a veces espera que la persona que ama llegue como si nada hubiera pasado, pero sabe en el fondo que eso ya no es posible. Sin embargo, siente la presencia de su amado en la existencia de sus hijos, que con carácteres y actitudes como las de Jorge Gabela llevan su vida con dignidad. También lo ve en la forma de los ojos de su nieto y con convicción asegura que si no es ella, serán sus hijos y si no serán sus nietos quienes lleguen a la verdad. Y como un lenguaje imperecedero del amor ella aún usa el silbido que el general Gabela usaba para llamar a sus hijos.
Para quienes han vivido algo similar recomienda insistir y resistir, que los atropellos deben dar más fuerza para seguir la lucha, que el dolor y las lágrimas siembran rebeldía y con esa voz rebelde exige una justicia real, “justicia tardía no es justicia, pero puede haber verdad”, dice. Su compromiso es reivindicar el nombre de Gabela y su lucha es para evitar que vuelvan a suceder estos casos. Reafirma a través de su experiencia que se necesita limpiar la corrupción de las instituciones estatales y que se gestione un mejor trato a las víctimas.
Esta conversación es un llamado a afianzar el compromiso en cada ciudadano para con Patricia y su familia y a movilizarnos a informarnos y a acompañarlos en su voz incansable que reclama verdad.