1111 LOS GRANDES CONTRATOS DE LA REFINERÍA ESMERALDAS - LA FUENTE: Periodismo de Investigación

LOS GRANDES CONTRATOS DE LA REFINERÍA ESMERALDAS



LOS GRANDES CONTRATOS DE LA REFINERÍA ESMERALDAS

Fernando Villavicencio Valencia27 noviembre, 201533min
Fernando Villavicencio Valencia27 noviembre, 201533min
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Retrasos en la entrega de obras, extensiones de contratos, explosiones, gasolinas fuera de especificación, 115% de incremento en el contrato de construcción de tres tanques para almacenamiento de combustibles y el alquiler de un buque extranjero para almacenar estos mismos derivados son algunos de los rubros que hay que sumarle a la repotenciación de la refinería de Esmeraldas, un proyecto que el 2008 costaba USD 187 millones y que hasta el 2017 acabará desbordando la cifra de USD 1500 millones.

Luego del informe  (Refinería de Esmeraldas: millones en sobrecostos y fallas), el gobierno se vió obligado a reconocer públicamente un gasto de USD 1200 millones hasta mediados del 2015. Esta cifra oficial sigue creciendo, incluyendo contratos como el suscrito con la compañía Tesca y otros que se encuentran maquillados, el monto establecido  incluso sería conservador. El legislador Andrés Páez asumió la investigación del tema. El caso también está en manos de la Comisión Anticorrupción.

Arranque en explosivo silencio

Cuando en agosto pasado el presidente Rafael Correa, visitó la Refinería Estatal de Esmeraldas (REE) y anunció que finalmente la inauguración de la monumental rehabilitación y repotenciación de la planta -luego de siete años de trabajos- se realizaría en noviembre del 2015, el país esperaba una publicitada fiesta el día del arranque. Pero el régimen prefirió encender la planta en el mayor de los sigilos.

Apenas el ronquido de los flamantes equipos y los murmullos de operadores ecuatorianos y de técnicos extranjeros de las compañías: South Korea Engineering & Construction, SK E&C; la australiana Worley Parsons, fiscalizadora del proyecto; la estadounidense United Oil Products, UOP; la británica Krikorian Bryce and Close, KBC, fueron el distintivo de esas horas de emoción. Ni una cadena de la Secom…

La explosión en la fraccionadora FV7

La Unidad de Fluido de Craqueo Catalítico (FCC), considerada el corazón de la Refinería, arrancó en medio de aplausos de los presentes, pero el júbilo duraría poco. En apenas un mes de operación, se han registrado varias paralizaciones, aunque la más grave ocurrida el 22 de noviembre a las 13H00, acabó súbitamente con el mutismo gubernamental y generó pánico entre los trabajadores. Ese día, se registró una explosión en la fraccionadora FV7.

Según información de técnicos de la industria, que pidieron guardar reserva, la explosión se produjo por una falla en el “cordón de suelda del manway (entrada de hombre). El hecho fue controlado inmediatamente por los operadores, aunque pudo generarse una tragedia de proporciones.

“Se disparó la bomba de reflujo de la FV7, entonces subieron las temperaturas más de lo normal, el material del recipiente se dilató, produciendo la rotura de la soldadura. Esto quiere decir que los cordones de suelda de los equipos incumplen los normas de calidad“, señaló un técnico.

Alerta, vidas en peligro

Tres días después del percance, que fuera denunciado a través de la cuenta de twitter @fevillavicencio, Petroecuador, emitió un comunicado de prensa confirmando la paralización de FCC, y señalando que se trató del “levantamiento de un protector externo”.

Lo que no explica la empresa es, ¿qué provocó el desprendimiento de una parte del equipo de alta tecnología recién instalado? Para los trabajadores de la Refinería se trató de una explosión provocada por deficiencias en el cordón de suelda, cuya responsabilidad es de SK, KBC y la fiscalizadora Worley Parsons.

Luego de reparar el equipo afectado (Fraccionadora), la Unidad FCC arrancó nuevamente el 25 de noviembre. Un día después, el 26 de noviembre, a las 10H00, colapsaron todas las unidades de la Refinería por una falla eléctrica. Este problema ha sido recurrente en la REE y no ha sido resuelto a pesar de la millonaria repotenciación. Aunque Refinería tiene cuatro turbinas y cinco calderos para generación eléctrica (21 Mw), sigue dependiendo del sistema nacional interconectado; en esas condiciones cualquier mínimo desequilibrio conduce a la paralización general de la planta. En términos operativos normales, una planta refinadora se paraliza cada dos años para mantenimiento. En Esmeraldas, antes y después de la rehabilitación, los paros siguen siendo una constante.

A la rotura en la fraccionadora de FCC, se suma una cadena de fallas en equipos nuevos de otras unidades de la refinería, lo que ha generado paralizaciones parciales y totales de la planta, además del temor en los operadores. Ellos sienten su vida en peligro.

Ampliación del 25% de capacidad …para llegar a lo mismo

El anuncio presidencial que con la repotenciación la planta de Esmeraldas subirá la producción en un 25%, resultó ser otra publicidad engañosa. En realidad, la capacidad de 110 mil barriles se alcanzó con la ampliación realizada el año 1997 (Jamil Mahuad) por la empresa española Técnicas Reunidas.

Si bien la planta venía operando al 90% por fallas generadas en la cuestionada ampliación de 1997, es impreciso afirmar que se haya incrementado la capacidad de refinación. Lo que se intenta es recuperar la capacidad instalada hace 18 años.

El millonario proyecto de USD 1500 millones, iniciado el año 2008 por la transnacional coreana SK E&C, se orientó exclusivamente a cambiar equipos desgastados por los años de uso.

Como se comenta en el sector petrolero, lo realizado en la REE es similar a haber cambiado el motor a un vehículo antiguo: el auto seguirá siendo el mismo, pero con máquina nueva.

La más importante unidad de la Refinería es FCC que produce gasolina y gas licuado de petróleo (GLP). La materia prima utilizada es el gasóleo, un subproducto del petróleo obtenido de las plantas Crudo 1 y 2.

El volumen procesado por FCC hasta antes de la repotenciación era de 18 mil barriles diarios; con los nuevos cambios se espera subir máximo a 20 mil barriles diarios (apenas 2 mil barriles día adicionales).

La planta de azufre que nunca funcionó

La REE fue construida entre 1974 y 1978 por la empresa japonesa Sumitomo Chiyoda, para procesar petróleo de 28 grados API, proveniente de los campos de la Amazonía ecuatoriana. La planta ha sido sometida a dos ampliaciones hasta alcanzar la capacidad de 110 mil barriles día, en 1997.

En la ampliación de 1997 se modificó, además, para procesar petróleo más pesado de 23 grados API, lo cual generó uno de los mayores problemas operativos y afectó seriamente su rendimiento, generando casi el 50% de residuos. Como parte del contrato con Técnicas Reunidas, se construyó una planta para eliminar el azufre de los combustibles, pero la referida Unidad nunca entró en operación.

Funcionarios, jueces y parte

Durante 14 años la planta de azufre ha estado parada, sin que algún organismo de control haya inciado acciones contra los responsables de esa contratación. Varios de los funcionarios encargados de la contratación y recepción de las obras ejecutadas por Técnicas Reunidas, fueron y son autoridades del gobierno de Rafael Correa, y tienen a su cargo la repotenciación y rehabilitación de la Refinería: Carlos Pareja, Marco Calvopiña, Diego Tapia, entre los principales.

En septiembre de 2015, el gobierno anunció la alternativa de importar petróleo más liviano, de 28 grados API, para alimentar la refinería de Esmeraldas, con el objeto de mejorar la calidad y el volumen de los derivados; hasta la fecha aún no se ha materializado la iniciativa. Al momento, las plantas Crudo 1 y 2 de la Refinería están procesando un petróleo mezclado (nacional) de 26 grados API, 2 grados mayor al que se venía utilizando (Crudo Oriente).

Como se ha dicho, de estas plantas se obtiene el Gasóleo, la materia prima para la Unidad FCC. Esta se encuentra operando apenas al 60 y 70% de su capacidad, pese a contar con suficiente reserva de gasóleo en los tanques de almacenamiento.

Residuo y azufre, problemas no resueltos

Pese a la millonaria inversión de USD 1500 millones, la refinería no ha logrado superar los dos principales problemas estructurales que la aquejan:

1. Alta generación de resíduos (50%). De cada 100 barriles de petróleo que ingresan a la planta, apenas 50 se convierten en productos limpios (gas, diesel, gasolina) mientras el otro 50% es residuo, el cual debe ser mezclado con Cutter Stock importado para convertirlo en Fuel Oil 6 de exportación, un negocio que desde hace más de una década es disputado por transnacionales como Trafigura, Glencore y Petrochina.

En este aspecto,  no se atacó la causa central de las pérdidas. Una solución a este problema se pretendió alcanzar con la construcción de la refinería del Pacífico, en la cual se contemplaba utilizar como materia prima el residuo de refinería Esmeraldas. Aunque la iniciativa era válida, solo quedó en el papel, toda vez que la referida planta petroquímica de Manabí, al parecer únicamente sobrevivirá como una millonaria maqueta de USD 1200 millones.

2. Gasolinas fuera de especificación. La otra complicación estructural no resuelta en la refinería Esmeraldas es la generación de gasolinas con alto contenido de azufre, un químico altamente peligroso para la salud. Antes de la repotenciación, la Unidad FCC producía gasolinas con 1300 partes por millón (ppm) de azufre; luego del millonario gasto, la situación sigue igual, solo que más costosa.

En el primer mes de operación, FCC está produciendo gasolina con 1400 y 1200 ppm de azufre, un producto no apto para la comercialización, considerando que el máximo permitido está en el orden de 600 ppm, según reportes internos.

Para obtener la denominada gasolina “Extra“ que se vende en el país, se debe mezclar la gasolina contaminada de la refinería Esmeraldas con naftas importadas de alto octano y bajo contenido de azufre (10 ppm) hasta alcanzar el máximo permitido por la norma (600 ppm).

Olvidaron construir hidronafta

Para que la Unidad FCC pueda generar gasolinas sin azufre y aptas para la venta en el mercado nacional, se debió instalar una planta de Hidronafta encargada de eliminar el azufre, cuyo costo alcanzaría los USD 300 millones, adicionales. Para los técnicos de refinería y otros expertos consultados, se olvidaron de incluir en el proyecto la instalación de la planta de Hidronafta, pues el objetivo era reducir la importación de derivados y sujetarse a las normas de calidad Euro V.

Ni siquiera la modernización de las tres plantas Merox, que ayudan a limpiar en parte la gasolina producida en FCC, fue considerada en el proyecto de repotenciación; a última hora decidieron incorporar el mejoramiento de estas plantas, contratando a través del muy conocido modelo “Giro Específico del Negocio“ a una empresa ecuatoriana llamada Jorge Vivar, por la suma de USD 27.5 millones. Estos nuevos rubros no son considerados por el régimen en la repotenciación, pero sin duda son parte de la misma.

Otra planta repotenciada es CCR; esta unidad genera hidrógeno y gasolina con bajo contenido de azufre, pero tiene un agente negativo: alta concentración de benceno, un químico igual o más peligroso que el azufre. Esta gasolina se utiliza también en las mezclas para obtener la gasolina Extra. Los expertos consultados cuestionan el haber incurrido en millonarias inversiones en esta planta si tampoco produce directamente combustibles aptos para la comercialización en el mercado interno. Una conclusión es que luego de siete años de trabajos y millonarios gastos, la refinería Esmeraldas produce gasolinas contaminadas de azufre y benceno, dos agentes letales para la salud.

En un comunicado de Petroecuador del 24 de noviembre de 2015, se anuncia que luego de los trabajos realizados en la planta HDS, “la Refinería Esmeraldas se encuentra ya en condiciones de entregar diesel premium al mercado nacional, generando un importante ahorro al país». Esta información es falsa, la Unidad HDS es la única planta de la REE que desde hace más de diez años produce diesel premium de alta calidad, el cual es comercializado principalmente en la ciudad de Quito. Los restantes volúmenes de diesel para el consumo interno son importados. Al igual que en FCC y otros plantas, luego del millonario gasto en repotenciación, no se incrementará un solo barril la producción de diesel. El país seguirá condenado a la importación.

Tanques que almacenan sobrecostos

Raymond Falcon es un nombre recurrentemente en los informes y contratos de la industria petrolera de Ecuador. Él es el representante de Worley Parsons International (WPI), una consultora extranjera convertida en ojos y neuronas del gobierno en los proyectos petroleros estratégicos.

En la Refinería Estatal de Esmeraldas (REE), la transnacional WPI está desde octubre de 2011 a cargo de la fiscalización del proyecto de repotenciación y rehabilitación de la vieja planta refinadora.

En esta entrega no hablaremos directamente de Worley Parsons -cuyo rol merecerá un trabajo especial- sino de otra compañía extranjera, igualmente bendecida en este gobierno: Tesca Ingeniería del Ecuador S.A., beneficiaria de un cuestionado contrato para la construcción de tres tanques de almacenamiento de combustibles, obra que forma parte del proyecto de rehabilitación de la REE y que contó con el aval de la poderosa fiscalizadora WPI.

Ni los tanques estuvieron listos

En medio del laberinto de engrendros tecnológicos que ha soportado la planta desde el año 2008, la Gerencia de Refinación de Petroecuador, adjudicó a la compañía Tesca, en octubre del 2012, un contrato para la construcción de tres tanques de almacenamiento de combustibles (uno de 120 mil barriles para nafta de alto octano (NAO); y, dos de 200 mil barriles, para nafta de bajo octano y diesel), por la suma de USD 51.1 millones, tanquería que debió estar lista al finalizar el año 2014.

La obra era clave y urgente, considerando la falta de capacidad para el almacenamiento de productos limpios y para las mezclas con naftas importadas de alto octano (NAO); además, considerando los nuevos volúmenes de derivados que se generen a partir del esperado arranque de la renovada refinería, la cual –según garantizan sus gestores- llegará a procesar al máximo de su capacidad instalada, 110 mil barriles de petróleo al día, desde noviembre de 2015.

Poco antes de la fecha de vencimiento del proyecto, Tesca realizó una solicitud para la firma de un contrato complementario (Adendum) y la extensión del plazo.

La cifra del contrato adicional es de USD 55.3 millones, que representa un incremento en el presupuesto del 115,27%. El plazo de la obra se extendió por 19 meses adicionales, hasta diciembre de 2017, pese a que según las autoridades la rehabilitada refinería debió arrancar en noviembre de 2015 y, para entonces debieron estar operativos los tres nuevos tanques de almacanamiento. Con el contrato complementario, la obra tendrá un costo final de USD 106.4 millones y un plazo de 5 años (2012-2017), un año más que el tiempo que tomó construir la Refinería en 1978.

Para no olvidarnos del millonario negociado que significó para el país la contratación por más de una década del buque flotante para almacenar gas licuado, frente al retraso de Tesca en la entrega de la obra, en septiembre de 2014, Petroecuador contrató el buque griego Odessa, para el almacenamiento de gasolinas importadas, “en razón de una necesidad operativa”, dijeron las autoridades petroleras.

Este buque, cumple las funciones de los tres tanques de almacenamiento que debía realizar la compañía Tesca. La contratación de este almacenamiento flotante se hizo tambien bajo la figura de “giro específico del negocio», es decir, sin licitación. El Estado ecuatoriano paga por este buque USD 36.950 diarios, lo cual equivale a pagar unos USD 13,4 millones anuales.

De mantenerse el contrato del buque Odesa hasta el 2017, cuando estén construidos los tanques de Tesca, el Estado habrá desembolsado una suma aproximada a USD 40.2 millones por almacenamiento, cantidad que se debería considerar parte del lucro cesante por el retraso de la obra.

Worley Parsons aprueba y desaprueba estudios

Ocho meses después de suscrito el contrato con Tesca, en julio del 2013, se suscribió un Acta de Acuerdos entre Petroecuador y la fiscalizadora Worley Parsons, en la cual se definieron las obras y la ubicación, forma y extensión de la plataforma y los patios donde estarán dispuestos los tres nuevos tanques de almacenamiento, que permitirá a la contratista a cargo de los trabajos elaborar la opción definitiva para la realización del proyecto, luego se obtendría la licencia ambiental. El documento fue remitido por Ray Falcón, representante de WPI, al administrador del contrato, Cristian Cevallos y al responsable del proyecto de repotenciación, Alex Bravo Panchano, actual gerente General de Petroecuador.

Cuatro meses después de firmada el Acta de Acuerdos, en noviembre de 2013, Robert Hooper, de Worley Parsons, presentó a Cristian Cevallos los planos y los estudios realizados por Tesca y validados por la Fiscalizadora para la construcción de los tanques.

En la comunicación se explica que la propuesta técnica “se ajusta a las exigencias y condiciones establecidas en la propuesta sometida por Worley Parsons y avalada por EP Petroecuador para el desarrollo de la plataforma y los patios de tanques, de acuerdo a los detalles descritos en el Informe No 408005-00445-00-EG-TEN-WPI-EPP-0063, remitido el 1 de julio de 2013 y refrendado conforme a Acta de Acuerdos remitida el 23 de julio de 2013″.

Contrato de USD 51.1 millones subió a USD 106.4 millones

Con los estudios aprobados por Petroecuador y la Fiscalizadora WPI, Tesca inició los trabajos de remoción de tierras y construcción de la plataforma donde se instalarían los tanques de almacenamiento. Misteriosamente, mientras avanzaba la obra civil, se presentaron cuestionamientos al proyecto, disponiéndose la suspensión de los trabajos. Antes de que venza el plazo del primer contrato.

El 12 de mayo de 2015, el representante de Tesca, Rafael García, remitió al administrador del contrato, Cristhian Cevallos, los estudios complementarios de ingeniería de detalle y los informes de estabilización de taludes. Además se adjuntan los nuevos presupuestos del proyecto, con el incremento del 115,27%, los que finalmente fueron aprobados por Petroecuador y Worley Parsons.

En el informe con el cual Worley Parsons aprueba la firma del contrato adicional, se establece que la información entregada por Tesca “carecía de los elementos de ingeniería básica necesarios para la eleboración de la ingeniería de detalle”. Uno de los principales rubros de incremento, casi del 53% (USD 24.8 millones) corresponde a la construcción de las plataformas.

El argumento expuesto para justificar el incremento de este rubro es que, en la propuesta original del 2012, aprobada por la misma Worley Parsons y Petroecuador, “no existía suficiente información» respecto a las características del suelo, protección de taludes y construcción de drenajes, entre los principales.

Entre las modificaciones centrales que supuestamente justifican el incremento del costo, figura la construcción de una plataforma a dos niveles, con una diferencia de un metro de altura entre ambas para construir dos patios de tanques: El patio superior para almacenamiento de Diesel y el patio inferior para las gasolinas.

Pileta anti estrés, repavimentación de vías

Mientras tanto, se dieron otros contratos adicionales. En el 2012 se suscribió un contrato para  el “Diseño y construcción del edificio para el laboratorio de control de calidad, readecuación y pavimentación de las vías y piscinas externas de REE» por USD 4 millones, con la compañía Geinco, creada en el paraíso fiscal de Panamá, y domiciliada meses antes en Ecuador. Adicional a este contrato se suscribieron cinco contratos complementarios, por un total de USD 48.7 millones, una cifra que supera once veces el costo del contrato original.

Curiosamente la repotenciación de la vieja refinería, también llegó a las vías internas. Uno de los componentes más cuestionados de este contrato fue la repavimentación de las calles interiores, utilizando hormigón, pese a que la planta produce asfalto de excelente calidad y considerando además que el asfaltado se encontraba en óptimas condiciones. No existe ningún informe técnico que justifique haber cambiado el pavimento, pues el desgaste del mismo era mínimo. Por estas vías máximo circulan seis vehículos livianos al día.

Como parte de este contrato se construyó una gigantesca “pileta anti estrés“ para distracción de los trabajadores. La obra permaneció más de un año abandonada debido a fallas en su construcción. El objetivo de la obra es imposible alcanzar, toda vez que los operadores de la planta no pueden abandonar su puesto de trabajo para dedicarse a admirar los supuestos encantos de la lujosa pileta.

Para el asambleísta opositor Andrés Páez, lo ocurrido en la refinería Esmeraldas es la expresión de una suprema irresponsabilidad técnica y del manejo doloso de una millonaria inversión. A él no solo le interesa que se investigue los sobrecostos en la contratación de obras, algunas de ellas inservibles, sino también que realice una investigación a las autoridades y funcionarios de Petroecuador encargados del proyecto de repotenciación de la Refinería.

El modelo de contratación

Los contratos principal y complementario suscritos con Tesca, que superan los USD 106.4 millones, sin contar la parcial suma por el almacenamiento flotante, de USD 40.2 millones, vulneran la normativa de contratación pública que máximo permite un incremento del 35%. En este caso, según el propio informe de Worley Parsons, el incremento es del 115,27%.

Estos contratos, constituyen una pequeña muestra del modelo de contratación pública refrendado por el gobierno de la Revolución Ciudadana. En esa misma dirección se encuentran los contratos con Geinco para la repavimentación de las vías y otros componentes, cuyo costo final supera once veces al del contrato principal.

En la refinería Esmeraldas, bajo la figura de “Giro Específico del Negocio“,  se han adjudicado sin licitación decenas de contratos millonarios, sin sustento técnico, económico, legal, y con ausencia total de fiscalización independiente, a empresas intermediarias y otros membretes fraguados al trajín de los negocios.

Esta investigación fue realizada por Fernando Villavicencio Valencia;  publicada por Plan V el 27 de noviembre de 2015.