Tamia Villavicencio8 agosto, 202413min
Mi cabeza recostada sobre su gran corazón, el mantra de su latido, me tranquiliza, respiro, siento el regalo de la vida, el presente, siento su amplia mano acariciando mi cabeza, desenredando el dolor que habita en mi pensamiento, amablemente me retira los lentes que ya empañados de tanto llorar no me dejan ver.