Justo al cumplir su primera semana como Presidente del Ecuador, Guillermo Lasso habló fuerte y claro, en Tumbaco, al presentar su proyecto insignia del gobierno para la vacunación masiva contra el Covid-19. La noticia principal en ese momento era la ratificación de la promesa de vacunar a 9 millones de ecuatorianos en los siguientes cien días de gestión, pero respecto a la Salud había otro tema, que al presidente era evidente le causaba molestia. Casi enojo.
Ese lunes 31 de mayo, Lasso lanzó su primera advertencia:
Que me escuchen bien algunos directores de hospitales, que luego nos decían que no funcionaban equipos nuevos, de paquete, comprados a las fábricas. Y nosotros les mandábamos técnicos para demostrar que funcionaban y funcionaban muy bien. Que se dejen de aquel juego de corrupción. Aquí ha llegado un gobierno que los va a poner en su sitio. Y el sitio de aquellos que jueguen con la salud de los ecuatorianos será la cárcel. Porque no vamos a permitir la corrupción ni tampoco la ineficiencia que esconde actos de corrupción. Señora ministra, tiene mi total respaldo. Absoluto y total, señor Vicepresidente. Mi tono de voz pretende reflejar la indignación del pueblo ecuatoriano».
En el acto también participaban el vicepresidente Alfredo Borrero y la ministra de Salud Ximena Garzón, que asintieron a las palabras del mandatario.
A veinticinco kilómetros de distancia y prácticamente a la misma hora, en el hospital del IESS Carlos Andrade Marín, en Quito, ocurría un capítulo más de lo que parece una mala escena repetida una y cien veces, con protagonistas que van cambiando con el tiempo, pero cuyo guión en su esencia sigue siendo el mismo, para el infortunio de un país que ya lleva año y medio en medio de una pandemia que no deja de sumar a diario nuevas víctimas.
El guión repetido pone las luces centrales en lo que ahora se conoce como la otra pandemia, la que no tiene ni promete ninguna vacuna ni a largo, mediano o corto plazo: la corrupción.
Lo que pasaba en el hospital Andrade Marín lo recoge el médico Carlos Figueroa:
Ya en este gobierno, en estos mismos días, a funcionarios del hospital se los presionaba para que firmen requerimientos para contratos de compras con evidentes sobreprecios».
Y el hecho no es aislado ni corresponde exclusivamente al hospital del Seguro Social más grande de la capital. Eso se replica en Ambato, en Machala, en Babahoyo, Esmeraldas, Portoviejo. Santo Domingo. Guayaquil, ni se diga. Prácticamente por todo el país.
Al día siguiente que habló Lasso, el vicepresidente Borrero Vega realizó lo que fue llamada una «visita sorpresa» al hospital Carlos Andrade Marín. Y de lo que pudo constatar, salió con el rostro compungido. En sus declaraciones, resumió que era inaceptable lo que estaba ocurriendo con los pacientes en esa casa de salud. No podía ser que a los familiares de los enfermos se los obligue a comprar las medicinas más básicas. Pero eso ha ocurrido, ocurre y quién sabe seguirá ocurriendo un tiempo que nadie puede calcular su término.
Casualidad o no, un día después de la visita de Borrero en Quito, en Portoviejo ardió el edificio de las oficinas administrativas del IESS, que puso en riesgo importante documentación de las compras realizadas por esta regional del Seguro, especialmente en tiempos de pandemia. Este incendio no parece casual y ya se investigan las circunstancias, porque quince días atrás, otro siniestro ocurrió en las bodegas del mismo IESS de Portoviejo. Son dos incendios en dos semanas, que ocurren justo después de que el pasado 26 de abril se ordenó la realización de un inventario general del hospital del IESS de la capital manabita. El gobernador Juan Francisco Núñez observa las coincidencias pero no quiere adelantar conclusiones. Espera el informe de las causas de los incendios en lo que están trabajando en estos días los Bomberos de Guayaquil, que llegaron para ayudar en las investigaciones.
Incendios sospechosos. El primero ocurrió en las bodegas del IESS de Portoviejo, luego que se decidió hacer inventario de los bienes. Y el segundo pasó la semana que concluyó, en el edificio de las oficinas administrativas del Seguro en la capital manabita. Ahora se investigan las causas de los siniestros.
EL SISTEMA
Una característica debe quedar en claro desde el principio: las redes envuelven tanto a los hospitales del Ministerio de Salud Pública como a los del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Y todo empieza con la preparación de los pliegos de la contratación y la investigación de mercados. Esto viene a ser la preparación del terreno, asunto indispensable para poder beneficiar a los que finalmente resultarán adjudicados. Para eso se colocan parámetros direccionados para ser cumplidos únicamente por los afortunados.
Las investigaciones de mercados que se hacen involucran a otros proveedores previamente contactados y que presentan cotizaciones con precios muy altos, por encima de los que se encuentran en el mercado, inclusive de precios de venta al público. Lo importante en esta etapa es dejar la vara de los costos bien arriba. Aquí se fragua el primer paso del sobreprecio.
Este estudio de mercado se realizó para un proceso de contratación en el hospital del IESS de Ambato, que arrojó como resultado un presupuesto referencial de USD 473.503. Un costo totalmente inflado. Y aquello es muy sencillo de demostrar, utilizando cotizaciones presentadas en otros lugares por parte del mismo proveedor que resultó ganador el pasado 1 de junio del 2020 del contrato en el hospital de Ambato, Guido Brito Gómez, “para la adquisición de medicamentos para la emergencia por el Coronavirus Covid-19” por un monto de USD 448.990, que aparenta una generosa reducción de casi 30 mil dólares respecto al presupuesto referencial del mercado realizado con anticipación.