En su página www.etapa.net.ec la Empresa Pública Municipal de Telecomunicaciones, Agua potable, Alcantarillado y Saneamiento de Cuenca ETAPA- EP sostiene que para el año 2030 se tendrá un déficit de 350 litros/segundo. El aprovechamiento y uso del recurso hídrico requiere de especial atención a los planes de manejo y conservación de las cuencas hídricas.
En el páramo se convierten las nubes en el mayor de los tesoros. Gota a gota, nacen los ríos, comenzando su viaje como lluvia en las montañas para finalmente abrazar el océano, completando así el inquebrantable ciclo del agua.
Las reservas de biósfera, las cuencas hidrográficas, áreas de recarga hídrica, humedales y subcuencas hidrográficas forman un entramado vital para el sustento de nuestra agua. En este contexto, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) despliega su gestión para salvaguardar estos ecosistemas acuáticos, fundamentales para la vida.
Sin embargo, nos enfrentamos a una encrucijada, un dilema entre la gestión responsable del agua y las actividades antropogénicas desmedidas. El MAATE, autoridad del ambiente y del agua, y el Ministerio de Energía y Minas, parecen contradecirse al designar extensas áreas como zonas de reserva mientras simultáneamente conceden áreas para actividades mineras a gran escala. Este deslizamiento contradictorio amenaza la integridad de nuestro entorno natural y pone en riesgo la sostenibilidad de nuestras fuentes de agua.
Las experiencias dolorosas de conflictos, como los de Loma Larga, Río Blanco, Tundayme, Intag y otros, deben ser lecciones que nos impulsen hacia un enfoque más consciente y sostenible.
Las consultas populares, expresiones genuinas de la voluntad del pueblo, han demostrado que la voz del pueblo es clara y contundente cuando se trata de preservar nuestro patrimonio natural y asegurar un futuro sostenible. Los resultados de la Consulta Popular del Agua de Cuenca, Chocó Andino, Yasuní ITT; nombres que resuenan con la victoria de la comunidad sobre intereses a corto plazo. Sin embargo, es alarmante que algunas autoridades minimicen estas manifestaciones democráticas, restándoles importancia y desviándose de la voz soberana del pueblo.
La minería, con su agenda propia, seduce con convenios, becas, dádivas a emprendimientos y acuerdos superficiales; pretendiendo obtener una licencia social para sus proyectos. Sin embargo, la realidad es más sombría, ya que sus acciones dejan a su paso relaveras cargadas de elementos tóxicos como el arsénico, contaminación y alteraciones irreparables al suelo y al agua. Las potenciales catástrofes por colapsos de presas y relaveras son amenazas latentes que debemos abordar con urgencia y determinación.
La Constitución, en su artículo 411, establece claramente: “El Estado garantizará la conservación, recuperación y manejo integral de los recursos hídricos, cuencas hidrográficas y caudales ecológicos asociados al ciclo hidrológico. Se regulará toda actividad que pueda afectar la calidad y cantidad de agua, y el equilibrio de los ecosistemas, en especial en las fuentes y zonas de recarga de agua. La sustentabilidad de los ecosistemas y el consumo humano serán prioritarios en el uso y aprovechamiento del agua.”
Es imperativo que se cumpla la ley. Preservemos el futuro, protejamos nuestras fuentes de vida y aseguremos un legado ambiental para las generaciones venideras. La naturaleza nos observa, y en nuestras manos está la responsabilidad de ser sus fieles guardianes.
El desafío es claro: armonizar el desarrollo económico con la preservación del medio ambiente. La Constitución nos señala el camino, pero es responsabilidad de todos, desde la sociedad civil hasta las instancias gubernamentales y las empresas privadas, asegurar que esta senda sea recorrida con integridad y respeto por nuestro entorno.
El llamado es a una reflexión profunda y a la adopción de medidas concretas. La gestión sostenible del agua, la conservación de nuestros ecosistemas y la regulación efectiva de actividades que puedan amenazar la calidad y cantidad de agua deben ser prioridades irrenunciables.
Preservemos el futuro como un compromiso profundo arraigado en nuestra ética colectiva. La Madre Naturaleza no perdona la negligencia, y su factura por un mal manejo de nuestros recursos hídricos será impagable para las generaciones futuras.
Es tiempo de superar las discrepancias y trabajar en conjunto por un futuro donde la prosperidad no esté en conflicto con la preservación, donde la riqueza se mida en términos de sostenibilidad y la herencia que dejamos a las generaciones venideras sea un legado de responsabilidad y respeto por la naturaleza que nos sustenta.
Sobre el autor
Eduardo Córdova
Por algunos años me he dedicado a la asesoría técnica en ingeniería, administración de empresas, salud y seguridad en el trabajo y aplicaciones en el medio ambiente y ecología. He sido profesor universitario y participo de varias organizaciones y grupos comprometidos con la gestión de los recursos hídricos. Creo profundamente en las libertades, los derechos y la justicia, para que nos permita vivir en paz y en armonía en este planeta.