En este sombrío aniversario, recordamos a Santiago Loza, un hombre con una misión clara: transformar la Cárcel de El Inca y mejorar el sistema penitenciario ecuatoriano. Su compromiso y dedicación quedaron truncados por la falta de protección, exponiendo las vulnerabilidades de aquellos que buscan cambiar el sistema desde adentro.
Su familia lo recuerda diciendo : “Yo voy a pasar a la historia”.
La Misión Truncada de un Director sin Protección
Santiago Loza asumió la dirección de la Cárcel de El Inca con la esperanza de implementar reformas significativas.
Su visión de un sistema más justo y seguro lo llevó a aceptar un cargo que, paradójicamente, lo dejó desprotegido ante las amenazas que enfrentaba.
La falta de seguridad para alguien con la responsabilidad de liderar un cambio estructural revela las grietas fundamentales en el sistema que buscaba mejorar.
Guillermo Rodriguez, el director del SNAI en ese momento, era amigo personal de Loza y fue quien lo llamó para ocupar este cargo.
Loza aceptó el reto, incluso en contra de la opinión de su familia que pensaba que era muy riesgoso. Una de las tantas omisiones en este caso, comentan sus familiares, fue que aunque se solicitó equipo de seguridad, la respuesta fue que no había presupuesto.
“Mi esposo se trasladaba todos los días a su trabajo a la Cárcel del Inca en un Kia Picanto de color plomo que es de propiedad de nuestro hijo, nos sorprendía a todos en casa, amigos y demás conocidos que un Director de tal magnitud de un centro penitenciario que se encontraba en graves problemas no tuviera ningún tipo de seguridad ni respaldo del mismo director del SNAI, ni del Estado” comentó María Isabel a este medio.
Traslados desorganizados que se transformaron en una tragedia
La noche del 17 de noviembre, un preso solicitó reunirse con Loza advirtiéndole sobre unos traslados programados para el día siguiente a la cárcel de La Roca, entre los que se incluía su nombre. Loza y su secretaria habrían revisado el registro y, aparentemente, no estaban planificados tales movimientos, sin embargo, Santiago fue amenazado directamente por el PPL.
Fue el 18 de noviembre de 2022 cuando la Cárcel de El Inca se sumió en el caos. En un giro inesperado, la administración decidió realizar estos traslados de personas privadas de libertad (PPLs) sin notificárselo a Loza.
Este evento marcó el inicio de una serie de sucesos que culminarían en la trágica pérdida de un hombre motivado a transformar el sistema penitenciario.
El exdirector asesinado se encontró en el ojo del huracán. Fue llamado de urgencia, a las 4 a. m. e inmediatamente llegó a la Cárcel de El Inca, sólo para encontrarse rodeado de policías y militares.
La falta de coordinación y la ausencia de comunicación previa sobre los traslados lo dejaron indefenso. Firmar el traslado de tres presos ya en curso se convirtió en un acto desesperado para evitar un mayor caos.
“Mi esposo me había comentado que estaba molesto porque él siendo el Director no tenía conocimiento de dicho traslado. Guillermo Rodríguez le hizo llegar felicitaciones por parte del Presidente Guillermo Lasso por haber manejado de la mejor manera el disturbio que se provocó en la cárcel del Inca por los traslados” comenta María Isabel.
En las horas que siguieron, la tensión persistió. El 30 de noviembre, Loza trabajó hasta las 9 p. m., ajeno a las circunstancias que lo aguardaban al día siguiente.
La incertidumbre reinó cuando, a las 7 a. m. del 1 de diciembre, la familia recibió una llamada sobre un accidente con el vehículo de Loza, “el auto está abandonado en la Simón Bolivar” dijo un cabo de la Policía Nacional. La realidad se tornó más oscura cuando se descubrió que no fue un accidente, sino un acto de sicariato brutal.
Así, en un lapso de dos semanas, la Cárcel de El Inca pasó de ser el epicentro de traslados desorganizados a la escena de un asesinato sin precedentes.
La falta de transparencia, coordinación y seguridad transformaron la vida de Santiago Loza, de un hombre comprometido con la reforma penitenciaria, a una víctima de un sistema que no supo proteger a quienes luchan por un cambio desde dentro.
Promesas Incumplidas y Colaboración Frágil: El Decepcionante Papel de la SNAI
Las promesas iniciales de respaldo por parte del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI) fueron simples declaraciones de intención. Guillermo Rodríguez, director de la SNAI hasta el 2 de agosto de 2023 , expresó sus condolencias y prometió apoyo, pero a medida que el tiempo avanzaba, esos anuncios se convirtieron en letra muerta. La colaboración institucional, esencial para enfrentar la tragedia, fue nula.
La familia Loza, abandonada por las instituciones que deberían haber brindado apoyo, se vio obligada a transitar el dolor y la búsqueda de justicia sin respaldo efectivo. La fragilidad de la colaboración institucional queda expuesta, dejando a la familia en la penumbra de la decepción y la desesperanza.
Un funcionario del Estado, que María Isabel prefirió no nombrar por temor a represalias, se acercó a la familia en el funeral, comenta María Isabel, pidiendo autorización para la presencia del expresidente Guillermo Lasso.
«El señor Presidente desea darles el sentido pésame», dijo, pero también advirtió: «No deben decir ni hacer nada, sólo le pido que piense en el futuro de sus hijos».
Este inusual pedido añade una capa de misterio a la situación, planteando interrogantes sobre la relación entre la tragedia y las altas esferas del poder.
La ausencia de medidas básicas de seguridad para el propio director de la Cárcel de El Inca revela la fragilidad de un sistema que sacrifica la seguridad de sus propios servidores.
Santiago Loza fue un visionario que buscaba reformar las cárceles y garantizar un entorno más seguro, pero se convirtió en una víctima de la indiferencia y la falta de respaldo. Su asesinato destaca la necesidad urgente de revisar las prioridades y asignar recursos adecuados para garantizar la seguridad de aquellos que buscan mejorar el sistema desde dentro.
La Lucha Continúa: Desafíos Persistentes en la Búsqueda de Justicia
Aunque ha pasado un año desde la trágica pérdida de Santiago Loza, la familia continúa enfrentando desafíos persistentes en su búsqueda de verdad y responsabilidad. No se han visto avances concretos en la investigación y el aparente hermetismo con que el caso avanza en Fiscalía generan desconfianza en el sistema de justicia, comentan.
La lucha por la verdad se torna más compleja cuando las instituciones encargadas de garantizarla, parecen caer en la inacción.
Además el miedo se ha convertido en un compañero del cotidiano, eso es lo que sucede cuando no hay un acompañamiento adecuado a las víctimas y sobrevivientes del crimen organizado.
La persistencia de la familia Loza, a pesar de los obstáculos, es un testimonio de la necesidad urgente de una reforma profunda en el sistema penitenciario, así mismo su lucha por la justicia se convierte en un llamado a la acción, instando a la sociedad a cuestionar y exigir cambios significativos en un sistema que ha demostrado ser insuficiente en su deber de proteger y administrar justicia.
Queda claro que el sistema penitenciario ecuatoriano enfrenta desafíos monumentales que requieren una atención inmediata y que es una tarea que el nuevo gobierno debe afrontar con urgencia.
La vulnerabilidad de quienes buscan mejorar el sistema desde dentro, la opacidad en las investigaciones, las promesas incumplidas y la falta de seguridad son problemas sistémicos que exigen una revisión exhaustiva.
Esperan que el cambio de gobierno sea una oportunidad para que se aclaren todos procesos que han mantenido en la indefensión a esta familia, además exigen apoyo, verdad e incluso sanciones para los responsables.
La familia Loza, al enfrentar un duelo insondable, se convierte involuntariamente en un emblema humano de la necesidad de transformaciones profundas y están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias.
El camino hacia estas reformas no solo implica exigir verdad, responsabilidad y justicia para Santiago Loza, sino también abordar las raíces de un sistema que parece haber perdido de vista su propósito fundamental: rehabilitar y proteger.
Línea de Tiempo: Caso Santiago Loza
La línea de tiempo revela una secuencia de eventos marcada por la falta de transparencia y colaboración institucional.
Desde la solicitud de ayuda de Guillermo Rodríguez hasta la tragedia de diciembre, el caso de Santiago Loza destaca la necesidad urgente de reformas en el sistema penitenciario y el proceso judicial en Ecuador. La prometida colaboración de la SNAI se diluyó, dejando a la familia en una búsqueda incansable de justicia y respuestas.
Este doloroso aniversario no puede ser simplemente una marca en el calendario; debe ser un llamado de atención a las autoridades entrantes, reforzando el mensaje de que no se puede seguir pactando con las mafias y el crimen organizado. La presencia incontestable de grupos de delincuencia organizada dentro de las instituciones estatales no puede ser tolerada más tiempo.
La sociedad ecuatoriana merece un sistema penitenciario que no solo imponga castigos, sino que también rehabilite y proteja a aquellos que buscan redimirse. El legado de Santiago Loza, un hombre comprometido con la transformación, debe ser más que un recuerdo; debe ser una llamada de atención constante, un faro que ilumine el camino hacia una reforma integral. La seguridad, la transparencia y la justicia deben erigirse como los cimientos irrenunciables de un sistema que, de lo contrario, corre el riesgo de perderse en un laberinto de impunidad y negligencia.
Como parte de esta entrega hemos realizado una entrevista en video para el lanzamiento de nuestro podcast #HablaSerio en el que pudimos conversar profundamente con la María Isabel Cuesta y sus hijos. Les dejamos el link acá para que puedan conocer esta historia trágica que ahora ha llenado de valentía a esta familia.
La pérdida de Santiago Loza no solo representa la tragedia personal de una familia, sino también la manifestación de una crisis sistémica que exige una acción inmediata y determinada.