Memorias de un cuerpo en descenso



Memorias de un cuerpo en descenso

Arduino Tomasi6 marzo, 20257min
Arduino Tomasi6 marzo, 20257min
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Este ejercicio narrativo emplea una técnica literaria del escritor vanguardista ecuatoriano Pablo Palacio para explorar una realidad perturbadora. A través del personaje de Pablo y su caída indeterminada, construyo una alegoría de las 142 muertes clasificadas como Y30 (“Caída, salto o empujón desde lugar elevado, de intención no determinada”) en Ecuador entre 1997 y 2017. Fusionando humor negro con estadísticas reales, este texto pretende exponer la arbitrariedad de las clasificaciones oficiales de muertes violentas. La narrativa absurda, contrastada con el drástico aumento de casos Y30 durante el gobierno de Rafael Correa, busca generar vértigo e incomodar al lector, transformando las frías estadísticas en una experiencia visceral sobre la responsabilidad del Estado y la sociedad ante estas muertes ambiguas.

 

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Capítulo 1: La indecisión decidida.

El hombre Pablo (llamémosle así, pues los nombres son tan arbitrarios como la gravedad) se encuentra en el borde. ¿De qué? Del edificio, de la cordura, de la causa Y30:

“Caída,

salto

o empujón

desde lugar elevado,

de intención no determinada.”

(Y30, Clasificación Internacional de Enfermedades.)

Su pie izquierdo cuelga sobre el abismo mientras el derecho se aferra al concreto como una lapa existencial. «¿Salto o no salto?», se pregunta Pablo. Pero esa no es la verdadera cuestión. La verdadera cuestión es: «¿Importa si salto o no?». Y más importante aún: «¿Quién decide si decidí saltar?».

 

Capítulo 2: La memoria del descenso.

Pablo no cae. Pablo no salta. Pablo es empujado por el viento de la narrativa, ese ser caprichoso que mueve los hilos de los personajes ficticios y reales por igual.

Mientras desciende, Pablo observa:

Piso 6: Una mujer pintando el aire con un pincel sin cerdas.

Piso 5: Un comunista recitando «El capital» de Marx.

Piso 7: Un hombre llorando frente a la TV.

Piso 3: Un gato cazando un elefante.

Piso 1: Un espejo opaco.

Piso 0: ¡Chaj!

 

Capítulo 3: El diagnóstico del descenso.

Un médico, parado inexplicablemente en mitad del aire, ausculta a Pablo mientras cae.

— «Padece usted de gravititis aguda», diagnostica. «Es una tendencia anormal a ser atraído por el centro de la Tierra. Muy común en los suicidas y en las víctimas de homicidio. También en los torpes.»

— «Pero doctor», objeta Pablo, «¿cómo saber si soy suicida, víctima o simplemente torpe?»

El médico se encoge de hombros y desaparece en una nube de palabras técnicas.

 

Capítulo 4: El impacto de la indeterminación.

Pablo aterriza. O quizás no. Quizás sigue cayendo en este preciso instante, atrapado en el limbo de la “intención no determinada”.

Un secretario se le acerca con un formulario:

CIRCUNSTANCIAS DE MUERTE (marque con una X)

[   ] Caída accidental

[   ] Salto voluntario

[   ] Empujón homicida

[   ] Todas las anteriores

[   ] Ninguna de las anteriores

[   ] No sabe / No contesta

Pablo mira el formulario, luego mira al secretario, luego se mira a sí mismo. Con un suspiro que podría ser de alivio o de fastidio (¿será de llamar a esta circunstancia emocional como un estado “de sentimiento no determinado”?), marca todas las casillas y ninguna a la vez.

— “Señor secretario, asígnesele a Pablo la siguiente causa de muerte: Caída, salto o empujón desde lugar elevado, de intención no determinada. Causa Y30 según la Clasificación Internacional de Enfermedades, disponible en este link: https://ais.paho.org/classifications/Chapters/”, declama el médico mientras saborea y chupa sabrosamente un caramelo de fresa.

— “Anotado”, confirma el secretario. “Recito a continuación el total registrado de este tipo muertes violentas desde febrero de 1997 hasta mayo del 2017, segmentado por los antojadizos períodos presidenciales de la República del Ecuador:

Fabián Alarcón. Tres (3) casos.

Jamil Mahuad. Tres (3) casos

Gustavo Noboa. Dos (2) casos

Lucio Gutiérrez. Cero (0) casos.

Alfredo Palacio. Tres (3) casos.

Rafael Correa. Ciento treinta y un (131) casos.”

El médico contempla la estadística acumulada. Mira fijamente a Pablo, sus labios reventados, su tórax encogido, sus manos tocando tiernamente sus codos. «¿Y si…?», murmura, su voz apenas audible. “¿Y si… es cierto aquello de que, después de muertos, nuestras almas se ven así como nuestros cuerpos…? ¡Cómo quisiera no morir!”.

 

 



Texto publicado originalmente en Ecuador en Vivo