Rastros de polvo blanco: Puertos ecuatorianos en la mira



Rastros de polvo blanco: Puertos ecuatorianos en la mira

Arduino Tomasi19 noviembre, 20247min
Arduino Tomasi19 noviembre, 20247min
PUERTOS ARDUINO
Ecuador: donde la cocaína encuentra su camino al mar, cortesía de nuestra privilegiada geografía. Desde la frontera colombiana hasta nuestros pintorescos puertos, el polvo blanco transita con la familiaridad de un turista frecuente, según el meticuloso mapeo de InsightCrime (2019), esos cronistas del submundo latinoamericano.
Imagen tomada del informe Insight Crime 2019

Ocho cantones portuarios (apenas el 3.62% de nuestros 221 municipios) conforman este exclusivo club logístico: San Lorenzo, Esmeraldas, Muisne, Manta, Salinas, La Libertad, Guayaquil y Machala. Una élite geográfica que quizá mueve más tráfico internacional que todas nuestras exportaciones legítimas combinadas. (Aquí puedes revisar el informe InsightCrime 2019) 

La ruta de la cocaína: un mapa trazado con sangre

La historia que nos ocupa tiene su punto de inflexión en 2009, cuando el gobierno de Correa, en un acto de “soberanía” digno de una ópera bufa, clausuró la Base de Manta y regresó a los militares gringos a su casa.

Lo que siguió, al parecer, fue un ejercicio magistral de prestidigitación estadística: mientras los homicidios oficiales se desvanecían como por arte de magia, las muertes violentas de “intención no determinada” florecían con el vigor de la coca en suelo colombiano. Una categoría tan conveniente como un paraguas en día lluvioso, que cobija desde accidentes hasta homicidios que prefirieron el anonimato.

[Nota conceptual. Según la Clasificación Internacional de Enfermedades, estas muertes corresponden a casos donde la información disponible no permite distinguir entre accidente, suicidio y homicidio.]

The Pax Narca Files documenta cómo la geografía de estas muertes «indeterminadas» dibuja un mapa tan preciso de las rutas del narcotráfico que haría sonrojar a cualquier cartógrafo del crimen. Una coincidencia tan fortuita como encontrar arena en la playa.

Y aquí estamos ahora, contemplando los puertos: ¿qué ocurre en los cantones portuarios con las muertes violentas “de intención no determinada” tras el cierre de la base de Manta a finales de 2009?

Imagen tomada del informe Insight Crime 2019

Tétrico segmento técnico

Para examinar esta pregunta, realicé el análisis estadístico más simple posible: examiné la significancia estadística de la diferencia de promedios del logaritmo natural de la tasa de muertes violentas de intención no determinada por cada cien mil habitantes, entre el grupo de tratamiento (ocho cantones portuarios) y control (el resto de 213 cantones no portuarios), usando el test de Welch, diseñado para manejar situaciones como la nuestra: desbalance en el tamaño de las muestras (8 vs 213 cantones), ajustando los grados de libertad en función del tamaño y la varianza de cada grupo.

Los resultados del análisis estadístico revelan una verdad aún más incómoda: remontándome hasta el año 2001, no encontré diferencias significativas entre los cantones portuarios y los no portuarios… hasta 2009. Inmediatamente después, en 2010, una vez retirada la base de Manta, los números de muertes violentas de «intención no determinada» estallan con una significancia estadística tan contundente como reveladora: estas muertes se disparan en los puertos, precisamente por donde la cocaína emprende su viaje hacia destinos internacionales.

Muertes violentas de intención no determinadas en los cantones portuarios vs. los no portuarios

La evidencia estadística converge en tres patrones inequívocos: tras la partida de la base de Manta, las muertes violentas «de intención no determinada»:

  1. Se concentran predominantemente en las provincias clave de la ruta de la cocaína;
  2. Muestran una marcada concentración geográfica en zonas como la frontera con Colombia; y,
  3. Se disparan en los puertos de la patria por donde sale la cocaína.

¿Cómo se llama esta ópera?

La respuesta, como tantas otras en Ecuador, quizá yace enterrada en alguna categoría “indeterminada”, mientras los vivos hacemos malabares entre la estadística oficial y la realidad, sin saber ya si presenciamos una tragedia o una farsa. Aunque, siendo Ecuador, probablemente sea ambas: tragedia para los que la viven, farsa para los que la cuentan.