Construir un Ecuador optimista, democrático, libre de populismos, un Ecuador valiente… Esta fue la propuesta que dibujó Cayetana Álvarez de Toledo, la asambleísta española, periodista e historiadora, durante una conferencia magistral, el pasado jueves 3 de octubre.
Con esta rica disertación, la Cámara de Industrias y Producción (CIP) celebró sus 88 de vida institucional. El discurso, una suerte de catarsis colectiva, fue señalando punto por punto cómo los individuos hemos bajado los brazos y permitido el repliegue de la democracia liberal.
La platea y palcos del Teatro Sucre, en Quito, estuvieron copados de empresarios, emprendedores, de políticos de viejos y nuevos gobiernos e incluso un candidato presidencial. No podían faltar los representantes de medios de comunicación.
Un primer trago amargo se llevaron, justamente, los medios. Es que Cayetana Álvarez empezó proponiendo construir un Ecuador optimista, sin embargo, dijo, “el optimismo no está de moda”.
La prensa compite salvajemente con las redes sociales en momentos en que las malas noticias “venden” más, dan más “like” que las buenas.
Para Álvarez esto justamente genera una “inflación del pesimismo y una erosión de la objetividad”.
Por supuesto que reconoce que hay malas noticias a nivel de país y del mundo, pero considera que “el pesimismo es la coartada de los cobardes, una excusa, para no hacer nada”.
Además, el pesimismo es el mejor aliado del populismo, mientras más graves están las cosas, mientras más se vive una suerte de apocalipsis, ahí aprovechan los caudillos, para llegar como mesías, como salvadores.
De populismos autoritarios y de los del tiktok
Luego vino el tirón de orejas a los políticos. Con cada alusión al populismo y al autoritarismo, el salón no pudo evitar volver los ojos a quienes ocupaban las primeras filas del teatro: secretarios de Estado del noboísmo como Gabriela Sommerfeld y el alcalde de RC, Pabel Muñoz, que estaban presentes.
Aunque Cayetana Álvarez habló en general de populismos de derecha y de izquierda, y se refería a países como el México de López Obrador y Claudia Sheinbaum; la Venezuela de Maduro o El Salvador, de Bukele, las similitudes con los viejos y actuales representantes del Ejecutivo, de la Asamblea e incluso de la Justicia en Ecuador, no pasaron desapercibidas.
Por ello, aún sin hacerlo expreso, las imágenes de Correa y Noboa también estuvieron presentes en este interesante relato.
La historiadora hispanoamericana Cayetana Álvarez, hizo votos para que en los países haya políticos de calidad, que tengan “decencia, inteligencia y solvencia”.
Sin embargo, la realidad es distinta: vivimos en países donde los políticos son individuos con poca educación, sin escrúpulos, que suplen la ausencia de argumentos con ataques personales y atajos sentimentales, dijo. “Anteponen la más vulgar propaganda a los grandes proyectos de país, están más pendientes de tiktok que del interés general”, describía.
Ponía como ejemplo, que los gobiernos deben garantizar los mínimos a sus pueblos, salud, educación, luz eléctrica…
La arremetida fue, entonces, en contra del populismo, que no tiene ideología pues viene de la izquierda, de la derecha, del centro o de la nada. Para Álvarez, el populismo no es ni siquiera una forma de hacer política, sino la antipolítica. Y dio dos tips para reconocer a un populista.
1) Tratan a los ciudadanos como menores de edad que no les entienden, tratan de maquillar la verdad para que voten por ellos. Es que el populismo no quiere ciudadanos libres, sino súbditos.
2) En segundo lugar este tipo de dirigentes políticos utilizan la perversa estrategia del “divide y vencerás”.
También habló de una nueva modalidad de autoritarismo, pues hay dictaduras, dictablandas y hasta las llamadas “dicta cool”. Esta última deja ver sus logros o los reporta desde el Instagram.
¿Quiénes son los burros de Troya?
Un interesante concepto que trajo a colación Cayetana Álvarez es el de los “burros de Troya de la democracia”. Son, justamente, estos hombres fuertes que “llegan al poder mediante elecciones, le cogen el gusto al poder y empiezan a maniobrar para perpetuarse en él”.
Para la conferencista, estos “hombres fuertes, generan sociedades débiles”. Este tipo de modelos autoritarios son una suerte de fiesta para los enemigos de la libertad. No faltó la mención al polit buró de China, el gigante asiático que promete: “entrégame tu libertad, que yo te garantizo tu seguridad”. Para la disertante, se trata de una “transacción mefistofélica y una claudicación adolescente”.
El mejor antídoto contra el populismo, y estos hombres fuertes, es forjar individuos, adultos responsables, críticos, exigentes, soberanos, dispuestos a ejercer su libertad y respetar la de los demás. “Esa es la gran tarea de la democracia liberal”, sentenció.
De instituciones fuertes, justicia insobornable y ciudadanos con valores
La necesidad de vivir en un Ecuador con verdadera democracia también fue parte de los buenos deseos de Cayetana Álvarez para nuestros países. En su mapa discursivo, la democracia avanza y el populismo recula cuando existen instituciones fuertes, justicia insobornable y ciudadanos bien formados y con valores.
Para Álvarez, un Ecuador democrático debe estar “blindado ante el chantaje revolucionario, y frente a la tentación del autoritario”.
También asegura que quienes pactan con la delincuencia, toleran la corrupción, permiten que el crimen avance, no son verdaderos demócratas.
Así comentaba cómo López Obrador que llegó con un slogan de “más abrazos y menos balazos” (su traducción era: abrazos a los que dan balazos), asegura que el legado de López Obrador son 200.000 muertos en seis años.
Un llamado a la juventud
Casi hacia el final de la conferencia, hubo un llamado a los jóvenes. Les aseguró que su destino está en sus propias manos, les recomendó que disfrutaran de la vida y aspiraran a la felicidad.
Pero que no atiendan a cantos de sirena que les dicen que hay un camino de rosas y que ofrecen una larga fiesta subvencionada.
También que huyan de todo victimismo social o identitario, pues estas son las nuevas formas de servidumbre.
Una reflexión más: hay desencanto, sobre todo en los jóvenes, hartazgo frente a la criminalidad y la corrupción, males que se le imputan a la democracia. Pero que en realidad son fruto del repliegue de la propia democracia, comenta.
¿Y la derecha cómo aporta?
La caída del muro de Berlín, en 1989, fue el principio de lo que Fukuyama describió como el triunfo del orden liberal y el fin de la historia. Antes que celebrar esta victoria, dice Álvarez, la derecha se refugió en la tecnocracia y se echó a dormir.
Entre tanto, la izquierda “haciendo un insólito ejercicio de travestismo político se reinventó ideológicamente”. Así nacieron esta serie de grupos como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Ahora, una derecha debilitada se conforma con ganar alguna elección, a pesar de sus ideas, en vez de que sea gracias a ellas.
Así se dirigió a lo que ella, Cayetana Álvarez, llamó las élites sociales, los empresarios. Les preguntó cara a cara, si prometían trabajar para que el Ecuador que imaginan se haga realidad.
La valentía, camino para defender la democracia
Cayetana Álvarez de Toledo, imagina un Ecuador valiente: “en la vida se puede ser todo, menos un cobarde”. Para ella, la única alternativa es trabajar, construir, esforzarse para que cuando la muerte llegue nos recuerden con alguien que hizo todo lo posible…
Explicaba que ante la disyuntiva de sumisión o conflicto, siempre es preferible escoger lo segundo. Explicaba que hay empresarios que han mirado a otro lado y que han hecho negocio con la destrucción de la democracia. Les emplazó a no tener miedo.
En su mensaje final, Álvarez, describió al orden liberal como una delicada mezcla de inteligencia, humanidad y valentía. Consideró que su defensa exige sacrificios, pero no hay alternativa. Hay que hacerlo porque fuera de la democracia no hay libertad, ni paz, ni civilización.
Terminó el acto central y entre abrazos y felicitaciones, los invitados empezaron a salir. Se escucharon comentarios de todo tipo: de los pasajes que más gustaron; de cómo el alcalde de Quito prefirió salir antes de que terminara el acto y cómo les habrá caído las múltiples reconvenciones a los involucrados. Alguien mencionó de manera coloquial y asertiva: “no quedó títere con cabeza”.