El crecimiento de la economía, en promedio, en más de cuatro décadas apenas superó el 2 por ciento. En 2023 se espera que la economía crezca alrededor del uno por ciento, similar al crecimiento de la población. La producción anual por habitante será de apenas unos $7.000 dólares.
En 43 años los déficits fiscales fueron el ADN del país, con excepción de los primeros años de dolarización. En 2023 el saldo rojo del presupuesto será de unos $5.200 millones y en 2024 será superior. Las cuentas por pagar de 2023 y años anteriores serán de unos $4.000 millones, y el pago de amortizaciones de la deuda pública de $5.300 millones.
Esto es, necesidades de financiamiento de $14.300 millones, sin considerar los CETES por unos $2.100 millones y convenios de liquidez por unos $3.000 millones. No obstante estas severas limitaciones, se aprobó no explotar el ITT que produjo 18.5 millones de barriles de petróleo en 2022.
Por definición, la deuda pública es la sumatoria de los déficits de cada año. A septiembre de 2023 la deuda agregada del sector público no financiero fue de $74.869 millones, 62,7 % del PIB, poco sostenible y que demanda crecientes pagos de intereses. Las deudas con el FMI, BID, CAF, BM y otros organismos alcanzó los $24.417 millones, supera los $15.210 millones de los “Bonos Basura”.
En 2023 los subsidios a las seguridades sociales (IESS, ISSFA, ISSPOL) fueron de $3.110 millones, a los pobres de $1.407 millones, a los combustibles de $3.500 millones. Existen otros subsidios cuyas cifras se desconocen: a la electricidad, a los créditos de la banca pública, a la vivienda, etc.
El fondo de pensiones del IESS a octubre de 2023 alcanzó los $6.200 millones. Las cuentas por pagar del presupuesto con tal entidad fueron de $1.039 millones a noviembre. Además, las deudas reconocidas por Finanzas por prestaciones de salud alcanzaron los $4.831 millones, y por el 40 por ciento de pensiones a los jubilados los $1.704 millones. El IESS al mes de septiembre tenía bonos del Estado por $9.831 millones.
Las reservas internacionales al 24 de noviembre llegaron a $6.035 millones. Las mismas se redujeron $3.191 millones desde junio de 2022. El servicio de la deuda externa pública y las importaciones del sector público son el origen de la reducción de la reserva.
La liquidez de la economía evidencia signos de decadencia ante la falta de inversión extranjera, $106 millones en el primer semestre de 2023. La falta de préstamos externos para financiar el presupuesto afecta a la liquidez, así como el elevado riesgo país (2016 puntos al 1-XII-23) que encarece los créditos externos del sistema financiero y empresas privadas.
A octubre de 2023, 5.5 millones de personas estuvieron en el desempleo, subempleo y otras categorías. En la pobreza 4.6 millones de personas tienen que sobrevivir con $89,29 al mes, y en la extrema pobreza 1.8 millones de personas con $50,3 al mes. La informalidad acoge a 4.5 millones de personas.
El lúgubre paisaje descrito en los párrafos anteriores, se adorna con la inseguridad que ha normalizado su atentado contra las libertades de las personas y de la actividad económica, con el narcotráfico noticia del diario vivir, con un sistema de justicia adalid de la corrupción, con el quehacer político y sus mezquinos intereses, con los apagones encarnación de la ineficiencia estatal.
Como aderezo de un país precario, las infraestructuras públicas son deplorables. Vías en mal estado. Hidroeléctricas que no funcionan. Empresas públicas como la petrolera que encarnan ineficiencias crónicas y corrupción. Deficientes servicios públicos de salud y educación. Deplorables atenciones de la seguridad social.
En la era de la inteligencia artificial y la robótica, el Ecuador está anclado en demandas laborables de hace 80 años. Existe una clase trabajadora poco calificada. La innovación está proscrita. La falta de productividad y competitividad son paradigma nacional. La internalización de las empresas nacionales no encuentra los caminos en un mundo globalizado.
Si la sociedad y sus élites representativas persisten en su inconsciencia de estas realidades y se ufanan ciegamente en profundizarlas, los costos de superarlas serán en extremo dolorosos. El Ecuador requiere redefinirse con urgencia, bajo la premisa inclaudicable que solo la generación de riqueza y crecimiento económico a tasas elevadas durante décadas, es la vía para el progreso de todos.
Anhelo imposible de concreción, sin abundantes inversiones privadas internas y externas, exportaciones, flujo externo de capitales y cuentas públicas equilibradas. Las reformas en esta dirección deben ser profundas y exigen el esfuerzo de todos.
Aún con aquellas, el camino hacia el progreso será producto de varios años de perseverar en la dirección correcta, con sacrificios y disciplinas colectivas.
Sobre el autor:
Jaime Carrera, economista, articulista en varios medios de comunicación.
Director Ejecutivo del Observatorio de la Política Fiscal
Consultor nacional e internacional y Analista Económico
Ha ocupado cargos públicos en el Ministerio de Finanzas, Banco Central, ha sido consultor del Banco Mundial y catedrático universitario. Ha escrito varios libros y publicaciones económica.