En el 2022 me cayeron casi todas las enfermedades. En pandemia dieron por terminado mi contrato laboral y por ende mi seguro médico del IESS y el seguro privado. Pasé a las filas del desempleo igual que miles de personas que trabajaban en empresas que se acogieron a la Ley Orgánica de Apoyo Humanitario, que daba luz verde para terminar contratos con el argumento de fuerza mayor.
Esto me hizo utilizar con más frecuencia el sistema de salud pública, aunque antes ya había probado el trato en este sector, pues estoy en la lista de espera para trasplante de córnea desde el 2018. Dicho trasplante no lo he realizado, en parte, por falta de medicinas que son necesarias luego de la operación y por lo que se pueda necesitar durante la misma cirugía, pues el sistema de salud público carede de ciertas atenciones, además siempre faltan gasas, jeringas, sueros que se deben comprar de urgencia durante la intervención quirúrgica, según dicen enfermeras y doctoras.
Tras el trasplante de órganos o tejidos se necesitan medicamentos inmunosupresores que también corren por cuenta del paciente, aunque en el 2011 se emitió la Ley Orgánica de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Poner el PDF DE LA Ley) que indica en su artículo 5, que para el restablecimiento del paciente que recibió el órgano o el tejido, el centro de salud dará la medicina gratuitamente y el Estado velará por dicho paciente antes, durante y después del trasplante. El acceso a los trasplantes es para todos, es además gratuito en todas sus etapas: evaluación pretrasplante, cirugía y seguimiento postintervención, sin embargo, en la post-intervención faltan medicinas en el sector público, porque no están en el cuadro básico de medicamentos. Por ejemplo, en el Hospital Eugenio Espejo, casa de salud donde suelo buscar atención médica, en varias ocasiones, no cuenta ni con lágrimas artificiales básicas.
Además de soportar el queratocono, este año tuve una intervención por problemas vasculares. Adicional tengo un tumor en el seno detectado en noviembre del 2021 y una afección en el nervio auditivo, esta última enfermedad es secuela del covid que sufrí en mayo. Por el tema vascular y el tumor, desde enero del 2022 seguí los protocolos del sistema de salud, primero hacerme chequear en el centro de salud más cercano al domicilio. Allí dijeron que debía ser transferida a un hospital para que se hagan los análisis correspondientes, en el caso del tumor, una ecografía, que hasta el momento no me la realizan.
Gracias a un contacto logré un turno con el cirujano vascular en el Hospital Eugenio Espejo, solo así pude ingresar a consulta ya que la transferencia era imposible por la falta de turnos. En el área vascular encontré amabilidad en doctores y enfermeras, y observé que el trato es cordial con el resto de pacientes, muy distinto al que a veces se siente en oftalmología, donde a los ciegos nos dicen: “párese y siéntese en otro lado o acaso no ve en donde le digo que se siente”, cuando estamos en la sala de espera, sin lentes y sin acompañantes. En esa área hay una doctora que por no hacerle caso de sentarnos donde ella dice, nos hace sacar de oftalmología con el guardia de turno. Ya le han llamado la atención por sus constantes maltratos pero continúa allí y siempre nos grita a los pacientes que a ella nadie la despide.
De todo hay dentro de los hospitales y tampoco la falta de medicinas y turnos es exclusiva del Eugenio Espejo, en el Hospital Pablo Arturo Suárez también se repiten las historias. Por mis problemas del seno asistí a este hospital buscando atención médica por urgencias, pero aquí tampoco me pudieron hacer la ecografía porque no tienen el equipo necesario y en pandemia despidieron a médicos del área y no cuentan con todo el personal para atender a todos los casos. Cuando estuve con covid fui a este centro hospitalario y no tenían ni paracetamol.
Dentro de los hospitales también hay personas empáticas con los enfermos, es el caso de guardias, enfermeras, doctores y comunicadores que ya nos conocen a los pacientes que solemos peregrinar por los pasillos de los hospitales. Tras la intervención vascular en el Hospital Eugenio Espejo, una semana después de seguir los cuidados recomendados, mi pierna se inflamó, me advirtieron que podía presentar coágulos, así que fui a reagendar mi cita médica ya que tras el procedimiento médico me dieron el turno para después de un mes, pero el dolor no me permitía esperar tanto. Le expliqué de esta situación al guardia y me dejó pasar para agendar una nueva cita. Este hecho se dio en junio, mes en que no había medicinas en los hospitales –ni siquiera una cápsula de ibuprofeno, medicamento que entregan para todos los males- porque recién se estaban haciendo los trámites para hacer las compras directas por decreto de emergencia.
Me mantuve tres horas en la fila hasta llegar a atención al cliente. Mientras esperaba sentía que mi pierna izquierda se hinchaba, era visible que estaba más grande que la derecha, empecé a sudar; a la primera hora de espera los recuerdos de mi vida pasaron por mi mente y me decía: sí puedes Ana, vamos ánimo, todavía se puede, no seas débil hay personas que están en peores condiciones y están aquí paradas junto a ti, ya falta poco para llegar, solo se trata de resistencia, esta fila es como la vida, los malos momentos pasan, un poco más, solo un poco más. Las frases de autoayuda que nunca me gustaron, me las repetí. “Mijita usted está blanca” me dijo una señora, a lo que contesté que era por el frío que hacía ya que la espera en la fila del hospital viene acompañada de un intenso viento.
Quienes también buscaban un turno me dijeron que vaya por emergencia para ser atendida, fui, pero como llegué caminando y todavía con signos vitales, el guardia y la enfermera de esa área no consideraron que sea un caso emergente, así que regrese a mi fila donde las personas cuidaron mi lugar. El dolor en el sistema público ecuatoriano es un signo de que el paciente está bien, el dolor no es un fin ni un medio para ser considerado importante en la atención del sector público.
En la fila todos contábamos nuestras enfermedades, el esfuerzo para conseguir atención médica y luego los sacrificios para comprar las medicinas. Por ejemplo, don Pedro tenía que operarse de la columna y la terapia para el dolor le asignaron el mes de noviembre y para sacarle nuevas imágenes de su columna le dieron turno para el 2023 porque el resonador del hospital ya no vale. Él ya tiene nueve meses de padecimiento desde que se dañó su columna en su trabajo, donde también lo despidieron en tiempo de pandemia. Sebastián, en cambio, estaba buscando un turno para su operación de cadera, tenía cinco meses de espera e incluso por pasar mucho tiempo sin atención médica, los médicos le habían dicho que debe tener fe en que su operación sea exitosa y pueda volver a caminar sin problemas, pues se preveían complicaciones. Martha buscaba una nueva cita para tratar su cáncer, narró que ella sentía en su cuerpo como le habían salido bolas debajo de la piel, que estaba asustada y quería la opinión de un especialista. El viento que hace fuera del lugar de agendamiento es extremadamente frío, así que en un acto de solidaridad intercambiamos los papeles que nos habían entregado para pasar a la parte interna de agendamiento. Los más graves fuimos primero y los enfermos que todavía podían aguantar más tiempo fueron al final. Cuando ya entramos al hospital, a mí me cedieron una silla para que descansara mi pierna.
Entre enfermos nos cuidamos pero no es suficiente, el Estado tiene la obligación de dar atención médica oportuna, comentábamos y varias personas manifestaron que tuvieron fe en este gobierno porque su vicepresidente, Alfredo Borrero, era médico y creyeron que él iba a encargarse de la salud de los ecuatorianos. Del dolor por nuestras enfermedades pasábamos a la rabia y más de una persona dijo que ellos, los del gobierno, “los de arriba”, deberían atenderse en el sistema público de salud para que conozcan la realidad de quien está enfermo y no tiene dinero para curarse. Seguramente si el presidente o el vicepresidente habrían llegado ese momento, habrían sido recibidos con mas que reclamos.
Cuando tocó mi turno de hablar con una de las jóvenes de atención al cliente, ella no quiso reagendarme la cita y me dijo que el médico está de vacaciones, a lo que le respondí que me busque un espacio con otro doctor, que ya no aguantaba el dolor. “!A ver¡ Qué parte no entiende de que el médico está de vacaciones, yo no sé cuándo regresa ni tampoco sé de las agendas de los otros doctores, ya le estoy explicando y no entiende”, respondió. Con las pocas fuerzas que tenía le dije que la que no entendía era ella, que la gravedad de mi pierna podía ser porque me salieron coágulos pues me dijeron los médicos que tenía ese riesgo. Me miró y pidió que pase el siguiente paciente, nada la conmovió. A pesar del dolor fui donde el jefe de atención al cliente quien dijo que hablaría con el personal para que tengan cortesía y educación con los enfermos.
No soporté más, me salté los protocolos y bajé directamente a los consultorios médicos, allí una enfermera muy amable, al verme como estaba me puso en contacto con una doctora que me dio un turno extra para que me atendieran. Efectivamente se me habían formado coágulos, en la cita médica me sacaron cuatro coágulos.
Tras seis meses superé el problema y volví a la lucha en el hospital para una atención en ginecología por el tumor de mi seno. Ya no tenían mastólogo y no existe partida para contratar a otro especialista, me informaron. La cita médica se dio en julio pero la solicité en marzo. No sirvió de nada ya que el ginecólogo que me atendió requería un estudio mayor a través de un eco, que no se hizo porque no había turnos para imagenología. Después de reírse en atención al cliente por el pedido de un eco me dijeron que regrese el próximo año para ver si hay un espacio y tiempo para realizarme. Con esa respuesta regresé al área de Ginecología donde una doctora me dijo que me haga el examen en un centro privado, si tengo recursos económicos; una señora indignada le respondió que si todos los que estamos en el hospital tuviéramos recursos económicos para atendernos en otra parte no pasaríamos por tanto padecimiento.
Ya con mi ánimo desgastado pedí ayuda a mis colegas del área de comunicación, porque el dolor en el seno aumenta. Desde allí solicitaron mi traspaso a la Maternidad, donde tampoco tienen medicina para mi tratamiento. “Es una tragedia tener un sistema de salud pública tan deficiente y es una tragedia tener funcionarios indiferentes” dijo en una entrevista Luis Mariño, fotógrafo que murió de cáncer al estómago y el abandono del Estado, tuvo que vender su cámara para comprar medicamentos y realizarse los exámenes médicos. Como fue su caso, es el de otros pacientes que esperaron un turno, suplicando por medicinas y exámenes médicos para sobrevivir, en la camino, no todos ganan esta guerra. “La salud en el país es la última rueda del coche”, dijo Mariño. Los trabajadores de la salud, incluidos los administrativos, los que tienen empatía con nosotros, los pacientes, hacen lo que pueden pero se necesita la maquinaria estatal para cubrir toda la demanda.
Con respecto a mi daño en el nervio auditivo tuve que vender de urgencia mis libros y pedir préstamos a amigos, para atenderme por el lado privado porque el turno en el hospital estaba para marzo del 2023 y no podía esperar, había riesgo de perder audición. ¿Y el seno? El dolor continúa con ese abultamiento que me produce días de incertidumbre.
Crisis en la salud a nivel nacional
Hasta una misa realizó el 14 de julio del presente año, la Alianza Nacional por la Salud, ANS, que agrupa a 33 organizaciones de pacientes con enfermedades raras, huérfanas, catastróficas, trasplantados y personas con discapacidad, para solicitar al gobierno medicinas y atención oportuna. Y el 15 de julio, en un acto simbólico, presentaron féretros ante el Palacio de Carondelet, para pedir al presidente, Guillermo Lasso y al vicepresidente, Alfredo Borrero que den prioridad a la salud en el Ecuador porque sin atención médica lo más seguro es la tumba.
La falta de turnos y medicinas no solo pasa en los centros de salud del Ministerio de Salud, también es problema del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS. Pregunté sobre esa condición a Dora García en Guayaquil, ella tuvo un trasplante renal y dice que le faltan los inmunosupresores para continuar con su sobrevivencia diaria. Cuenta que siempre hubo problemas en el IESS en atención médica, pero a partir de la pandemia la entrega de medicinas se ha dado en meses, por ejemplo, ella tiene tres meses sin recibir sus medicinas. “Entre los compañeros nos hemos prestado, pero lo más decepcionante es que los procesos internos dependen de una firma que tarda porque cambiaron de Gerente del Hospital, Teodoro Maldonado Carbo. Dicen que ya están comprando las medicinas pero no compran las medicinas que necesitamos. Se supone que el IESS debe darnos, es obligación con sus pacientes”, argumenta indignada.
La ANS pidió una reunión con el Presidente de la República a mediados de año pero no los atiende a pesar que en el marco del paro nacional afirmó que está abierto al diálogo. “Estamos a la espera que nos reciba, él o el señor vicepresidente, se habla de compras de medicamentes pero son soluciones parches, es decir, la compra no es permanente y constante. Imploramos hasta morfina para pacientes que están al final de su vida. El Presidente dijo que nos atendería pero hasta ahora nada”, cuenta el coordinador de ANS, Gustavo Dávila.
Esta desesperación por medicinas y turnos se da en el marco en que el Primer Mandatario también se encuentra mal de salud y dio a conocer públicamente que en agosto viajó a Houston para ser operado de un melanoma.
William Aulestia, paciente de trasplante hepático y representante de Asociación Ecuatoriana de Pacientes Trasplantados afirma que desde el gobierno de Lenin Moreno ya es deficiente la atención médica a los pacientes vulnerables y por no tener los medicamentos adecuados algunos trasplantados han tenido rechazo del órgano o el tejido.
“Estamos sobreviviendo con donaciones, ayuda de familiares, amigos cercanos, fondos propios, pero esto no cubre todo, por más declaratoria de emergencia. En el IESS solo hay un hepatólogo y dan turnos para después de cuatro meses. En casos emergentes nos atienden gastereontologos. No patólogos porque no hay médicos especializados. Y a nosotros los pacientes nos piden todo en la consulta médica, desde el bisturí, guantes quirúrgicos, frascos para las muestras y luego nos dan citas para el 2023” afirma Aulestia.
Tanto él como García indican que esta falta de medicamentos puede ser porque el Gobierno centró todos sus esfuerzos en combatir el covid, sin embargo hay regiones donde no se atendió ni siquiera las afecciones por el coronavirus.
60 días duró la emergencia en la salud ecuatoriana
Según el decreto 454 firmado el 17 de junio del presente año, (Poner el decreto en PDF) la declaratoria de emergencia se dio para abastecer a la red pública de salud de medicamentos e insumos necesarios para funcionar. La viceministra de Salud, la doctora Carmen Guerrero, quien accedió a una entrevista para esta nota, indicó que esta declaratoria de emergencia hizo posible hacer la compra de manera directa de alrededor de 400 medicamentos, pero lo que tenía el mercado local. “Primero recibimos 200 ofertas, se adjudicaron 111 medicamentos, se adjudico 142 dispositivos médicos, al mismo tiempo que hicimos este proceso se catalogaron alrededor de 684 medicamentos… este proceso nos permite hacer una subasta inversa corporativa, es más rápida la adquisición”, afirmó.
Al final de la declaratoria de emergencia se obtuvo seis millones de unidades de medicamentos y 19 millones de unidades de dispositivos; se compraron medicamentos de los 14 grupos del cuadro básico.
Guerrero comentó que los hospitales recibieron los medicamentos desde agosto de acuerdo a la lista que ellos solicitaron y también se está aplicando el proyecto denominado “Farmacia Cerca” en seis hospitales a nivel nacional, que consiste en que los pacientes crónicos retiren su medicina en farmacias externas.
Ante las quejas de los ciudadanos sobre la falta de medicina, Guerrero dijo que aún están en un 70% de abastecimiento en medicamentos, que aún no es lo óptimo pero los procesos toman tiempo a pesar de realizar compras directas, el Ministerio depende de lo que las farmacéuticas tengan en bodega. Ante la pregunta de por qué no se les da alternativas a los pacientes cuando buscan medicamentos y en ese momento no hay pero pueden existir en días futuros, la viceministra dijo que se trabaja en estrategias pues hay mucha burocracia que solo responde a los pacientes automáticamente con un no existe medicina y no se les informa que pueden llegar la próxima semana.
Ante la emisión de turnos para el próximo año, comentó que hay demanda represada de años anteriores, de pacientes que no asistieron a sus citas médicas por la pandemia, “hay una altísima demanda en consulta externa, en hospitalización y en cirugías, es algo generalizado en el país”, mencionó. También habló de que el MSP hace derivaciones a la misma red pública y si no hay respuesta aquí se pasa al sector privado, pero aclaró que son pacientes graves de atención inmediata, no de consulta externa.
Ante la falta de personal, pues los mismos médicos muestran quejas por la falta de profesionales en los hospitales, la viceministra dijo que son conscientes de este problema y que están coordinando acciones con el Ministerio de Trabajo para contratar a más profesionales.
Sobre los equipos que faltan en los hospitales, Guerrero dijo que el resonador del Hospital Eugenio Espejo dejó de tener su vida útil, el ecógrafo del Pablo Arturo Suárez también y que hay que cambiarlos. Se espera comprar 4.600 equipos a nivel nacional durante este gobierno y en este año se comprarían1.000 equipos, entre rayos x, ventiladores, equipos menores, camillas, balanzas, etc.
En el 2022, el presupuesto para la salud es de 3.271 millones, mientras que en el 2021 fue de 3.000 millones, informó el área de Comunicación del MSP.
A pesar del decreto de emergencia y de la compra de algunos medicamentos, aún falta agilidad en la emisión de turnos y en la compra de medicinas. Lastimosamente el dolor de los enfermos según el sistema de Triaje de Manchester, puede esperar, no importa que uno se arrastre por atención médica y por medicinas, el que uno esté presente en el hospital, aullando atención médica, ya es buen síntoma de que el enfermo todavía aguanta…
*Triaje de Manchester, es un sistema de clasificación y priorización de pacientes diseñado en los años 90, por médicos de la ciudad inglesa de Manchester que sirve para categorizar a los pacientes dentro de los hospitales.