En la actual situación de la justicia ecuatoriana, las palabras de Villavicencio resuenan: “la impunidad es la raíz del mal”, y desde este llamado nos adentramos en un complejo y doloroso juego estratégico donde los delincuentes se desplazan por el tablero legal con la fluidez de las piezas en el ajedrez, y las medidas judiciales se asemejan más a movimientos calculados que a medidas contundentes que beneficien a la ciudadanía.