Su mensaje es sencillo, simple, muy superficial, con un estilo que parece llegar a sus votantes más jóvenes, a aquellos que no les importa que “el diablo siempre está en los detalles”, como dice un antiguo refrán.
“Que los silencios son parte de la comunicación. Que no le coge la altura de Quito porque aprendió a esquiar en alturas similares. Que las zonas francas serán por facilidad logística”. Dijo.
Y no dijo mucho más. Otros temas, como el manoseo de la justicia, los acuerdos legislativos para acelerar o frenar juicios políticos según convenga a sus aliados, sencillamente no aparecen en su agenda. Menos aún, educación, IESS y otros importantes. Lo que no está en las redes no existe.
También dijo que ya tiene un plan para controlar las cárceles. Un plan “bonito”. Bonito es el diminutivo de bueno, no da cuenta del horror que se vive en nuestras cárceles, pero alcanza para salir de la entrevista y enviar el mensaje esperado: haré algo bueno.
No se sabe aún con quien, pues no tiene equipo a cargo de estos temas de seguridad y manejo de privados de la libertad.
Tampoco cómo se hará, pues solo señaló que quitando los enchufes eléctricos en las celdas, se podría evitar el uso de teléfonos celulares y satelitales. Versión demasiado simple frente a la situación que nos muestra la prensa cada vez que hay crisis carcelarias.
Así será este año y medio. Anuncios generales, a medias, simples, sin detalles. No discurso.
El acuerdo, también sin detalles, sigue operando en la Asamblea Nacional. Uno de sus efectos ha sido la “buena educación” y cordialidad que han vuelto a los dirigentes políticos como vimos en las sesiones solemnes del viva Quito: asambleístas “educaditos”, atentos y con una urbanidad que ojalá augure tiempos mejores, sin sesiones paralelas, ni discursos furibundos, sino exhibiendo trajes de autor, donde el decoro y las buenas formas son lo destacable.
En ese “bonito” marco, el Presidente repitió su discurso de posesión, sin anunciar apenas lo que hará.
Cuando terminaban las chivas y la “bonita” celebración a Quito, irrumpieron el embajador gringo a recordarnos que tenemos un país corrupto y violento, con lavado de dinero por todo lado, luego el Presidente de la Judicatura, que en días anteriores también desfiló educadísimo y peinadísimo por entrevistas y alfombras rojas, a recordarnos que solo él pondrá los nuevos jueces en el Ecuador. Y, mucho más penoso, la masacre de cuatro niños en Guayaquil.
La actuación legislativa empieza a evidenciar los alcances y objetivos del pacto inicial. Más allá de los 130 votos que suelen conseguir, que parecerían un acuerdo nacional, emergen los intereses del PSC y de RC5, que son los de manejar la justicia y judicializar la política.
Ya veremos sus comportamientos en los juicios políticos hacia la impunidad.
El no discurso del Presidente no le alcanza para ocultar lo evidente. En la entrevista mencionada, Noboa señaló, casi al final: “dato mata relato”. En especial si el relato es simple, o peor, simplón.
Sobre el autor:
Antonio Bermeo
Ingeniero Civil, Master en Ingeniería Ambiental, Master en Catastro y Valoración. Vinculación a la política pública y desarrollo.