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¿Un periodista descubrió sus vínculos con el narcotráfico y sus deslices de corrupción? No se altere, ilustre político. Esta guía práctica le enseñará cómo asesinarlo correctamente, sin perder el aplomo ni ensuciarse las manos.
1. Persecución y espionaje. Lo primero que usted debe hacer es mantener la calma. No se deje arrastrar por la ansiedad: salga a trotar, tome valeriana, respire hondo. Recuerde: sus delitos no son más que medios necesarios para un fin superior—el glorioso proyecto político nacional. No hay nada de qué avergonzarse. Una vez templado el espíritu, es momento de actuar: actívele el aparato de inteligencia, bombardéelo con demandas, confíe en que el sistema judicial todavía responde a su teléfono. Haga que huya, que se esconda, que tema. Allánele la casa a medianoche con su familia dentro, y, con algo de suerte, no será necesario ir más lejos. Pero si el periodista insiste en hablar…
El periodista Fernando Villavicencio enfrentó una cacería política sistemática y sin cuartel durante el gobierno de Rafael Correa (2007-2017). Sus investigaciones periodísticas sobre casos de corrupción como el fraude petrolero de Palo Azul —un millonario perjuicio al país por parte de la multinacional Petrobras que habría causado una pérdida de 2.000 millones de dólares— y Arroz Verde —que evidenció aportes económicos de empresas como Odebrecht a cambio de contratos estatales, dinero usado para campañas del correísmo que derivó años más tarde, en septiembre de 2020, en la sentencia de ocho años de prisión para Rafael Correa y Jorge Glas por cohecho agravado— le costaron la persecución del Estado.
El régimen lo sometió a espionaje estatal por organismos como la SENAIN y acumuló nueve causas judiciales en su contra. Su casa en Quito fue allanada la noche del 26 de diciembre de 2013 por fiscales y policías que buscaban «pruebas» de delitos informáticos, violando los derechos de sus hijos menores. Tras ser condenado a 18 meses de prisión en 2014 por denunciar a Correa durante el intento de golpe del 30S de 2010, huyó a la selva amazónica, refugiándose con el pueblo indígena Sarayaku bajo medidas cautelares de la CIDH que Ecuador decidió ignorar.
Allí, el Estado desplegó aviones militares y cercos policiales para capturarlo, obligándolo a una huida desesperada de 15 horas a pie por la selva, cruzando ríos y evadiendo operativos hasta llegar al Puyo. En el exilio, el régimen lo sometió además a un juicio de insolvencia para embargar sus bienes, obligándolo a pagar USD 47,000 para evitar la ruina económica completa. Sarayaku: la derrota del jabalí —su libro escrito en el exilio— documenta esta fuga como símbolo de resistencia ante un poder que lo hostigó implacablemente por su labor periodística.
2. El asesinato. Si el periodista insiste en hablar—pese a la persecución, al espionaje, al hostigamiento judicial y a las amenazas directas o veladas—, entonces no hay vuelta atrás: deberá usted proceder inmediatamente al asesinato. No se alarme. Recuerde: esto no lo hace por rencor ni por revancha personal, sino por responsabilidad. La supervivencia del proyecto político exige sacrificios, y no hay causa noble sin cadáveres.
Ahora bien: es fundamental que usted evite mancharse las manos. El asesinato debe ser tercerizado, como todo en la política moderna. Para eso están sus viejos amigos del crimen organizado y el narcotráfico: gente sin escrúpulos pero con sentido del profesionalismo. Saben cómo hacer el trabajo sin dejar rastro (al menos, sin dejar rastros que importen). Usted no los conoce oficialmente. Ellos no lo conocen oficialmente. Es una bellísima relación de anonimato mutuo.
Escoja bien el método: asalto fallido, sicariato callejero… El crimen —esto es muy importante— debe parecer banal, aleatorio, evitable: de esos que indignan por un día y después se archivan en una carpeta de noticias viejas.
9 DE AGOSTO DE 2023
Fernando Villavicencio, candidato presidencial y exasambleísta que presidió la Comisión de Fiscalización —donde destapó redes de narcopolítica— inicia su día en Guayaquil. A las 07:00, en Ecuavisa, lanza una advertencia: «Hay policías vinculados al crimen organizado. ¡Depuren la fuerza pública!». Horas después, en Quito, ingresa a la Fiscalía. Entrega una denuncia por un fraude petrolero de USD 9.000 millones durante el gobierno de Correa, implicando a Jorge Glas. Su motor de campaña: limpiar Ecuador del narcotráfico.
18:12. Al salir de un mitin en el Colegio Anderson, rodeado de simpatizantes, Villavicencio aborda una camioneta gris. De repente, cinco sicarios colombianos emergen. Abren fuego con fusiles y pistolas 9mm: seis disparos perforan los cristales traseros. Uno impacta en su cabeza. En ocho minutos de balacera, se registran 61 vainas percutidas en el pavimento. Trece personas caen heridas, incluida la asambleísta Gissella Molina. Entre el humo y el caos, el escolta policial responde. Johan Castillo «Ito», uno de los atacantes, recibe nueve balazos y muere en el lugar.
Mientras trasladan de urgencia a Villavicencio a la Clínica de la Mujer, la policía allana casas en Conocoto, San Bartolo y La Ecuatoriana. En los escondites hallan: un vehículo robado usado en el ataque; tres granadas; una subametralladora, un fusil y cuatro pistolas; cuatro cajas de municiones y dos cargadores. Seis colombianos son capturados: Andrés Mosquera, José López, Adey García, Camilo Romero, Jules Castaño y John Rodríguez. Todos con antecedentes por narcotráfico, homicidio y tenencia ilegal de armas.
Villavicencio no ignoraba el riesgo. Como candidato, denunció tres amenazas de Los Choneros: «Si sigue nombrando a Fito, lo quebramos». Como fiscalizador, había expuesto a políticos como Ronny Aleaga (fotografiado en Miami con Xavier Jordán, prófugo de la justicia ecuatoriana) y a Roberto Cuero, a quien acusó de planear su asesinato en modalidad sicariato. Pese a ello, sus solicitudes de refuerzos de seguridad y vehículos blindados —entregadas por su escolta, el capitán Cristian Cevallos, en mayo y agosto— fueron ignoradas por la DINPRO. Esa tarde, la camioneta sin blindaje se convirtió en su trampa mortal.
Cerca de las 19:00, Villavicencio es declarado muerto. Guillermo Lasso decreta estado de excepción y pide ayuda al FBI. En la Clínica de la Mujer, su amigo Pablo Orellana recuerda sus últimas palabras: «Si el coliseo está lleno, voy». Mientras, los seis sicarios colombianos son llevados a la cárcel. A las 22:00, el cuerpo de Villavicencio fue trasladado hacia Medicina Legal, al norte de Quito.
Fuentes:
«Matan al candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio durante acto de campaña en Quito» (Telemundo)
«Fernando Villavicencio: memoria de la persecución correísta (Parte III)» (Plan V)
«Ecuador y la conmoción por el asesinato de un candidato» (The New York Times)
3. Victimícese. Ahora que el periodista yace muerto —frío, callado, útil— se avecina el verdadero desafío: la opinión pública. Por más eficiente que haya sido el operativo, inevitablemente surgirán sospechas. Gente malintencionada (o simplemente tonta) empezará a señalarlo a usted, ilustre político, como autor intelectual del crimen. Después de todo, el periodista había hecho de usted su blanco, y ahora, casualmente, ha dejado de respirar.
No se preocupe. Es aquí donde usted debe demostrar su instinto de supervivencia y, sobre todo, su creatividad narrativa. La clave no está en defenderse: está en contraatacar. Deje de lado la estrategia mediocre del “yo no fui”. Asuma una posición más elegante, más sofisticada: la de la víctima.
Porque usted, en efecto, es la verdadera víctima de todo este embrollo. ¿No lo ve? Este asesinato le está costando políticamente. Está dañando su imagen. Está dándole armas a la oposición. ¿Cómo va usted a ser tan idiota de ordenar un asesinato que lo deja mal parado? Aquí aparece su coartada dorada: “Si realmente yo lo hubiera mandado a matar, ¿no habría sido una pésima estrategia? ¿No habría buscado otra manera, más discreta, menos obvia? ¡Piensen, por favor!”
Repita esa pregunta como un mantra. Úsela en entrevistas, mítines, ruedas de prensa. Deje que sus aliados la repitan por usted hasta que se vuelva lugar común. La gente, ante una paradoja bien formulada, se desactiva. Duda. Se dispersa. Y donde hay duda, hay impunidad.
Tras el asesinato de Fernando Villavicencio el 9 de agosto, la narrativa correísta tejió una paradoja política sin precedentes. Mientras Rafael Correa proclamaba a su movimiento como «el principal perjudicado» del crimen, tachándolo de «complot de la derecha» para sabotear a su candidata Luisa González, Marcela Aguiñaga, presidenta de Revolución Ciudadana, formalizaba el 15 de agosto la impugnación contra Christian Zurita –el periodista que recogía el legado anticorrupción de Villavicencio– acusándolo de «doble militancia» en el movimiento RETO por incumplir el Código de la Democracia al no renunciar con al menos 90 días de antelación.
La contradicción era estridente: ¿cómo podía ser Revolución Ciudadana la gran víctima del crimen si, simultáneamente, intentaba eliminar de la contienda al heredero político del asesinado? Zurita respondió con un argumento demoledor: aquel registro usado como prueba por Aguiñaga era «totalmente falso», exhibiendo una solicitud de nulidad del 13 de agosto donde denunciaba la inscripción fraudulenta, y añadiendo: «lo que diga la señora Aguiñaga son formas de buscar engañar a la opinión pública para desorientarla».
La jugada de Aguiñaga desató indignación transversal. Otto Sonnenholzner, exvicepresidente de Ecuador y candidato presidencial, calificó la impugnación de «bajeza sin nombre»: «Dejen que los simpatizantes del señor Villavicencio tengan un reemplazo, dejen estas bajezas». La presidenta del CNE, Diana Atamaint, confirmó que recibió la impugnación cerca de la medianoche del 15 de agosto.
El 16 de agosto, el CNE zanjó la polémica validando la candidatura de Zurita y desestimando la impugnación de Aguiñaga al considerar inválido el documento que presentó. El doble movimiento correísta quedó al descubierto: proclamarse mártir del «complot» mientras se intentaba sepultar la candidatura que encarnaba la lucha del periodista asesinado. Una paradoja que reflejaba la fractura de un país donde las balas y los artículos legales se usaban como armas gemelas en la guerra por el poder político, y donde la advertencia de Zurita resonó como un eco de las denuncias de Villavicencio.
Fuentes:
«Correa afirma que el asesinato de Villavicencio en Ecuador fue un «complot» de la derecha» (Telemundo)
«Correísmo impugna la precandidatura de Zurita, reemplazo de Villavicencio en Ecuador» (Swissinfo)
«El correísmo impugnó la candidatura a la presidencia de Christian Zurita, el reemplazante del asesinado Fernando Villavicencio» (Infobae)
4. El arte del encubrimiento I: los autores materiales. Hasta aquí, todo ha salido según lo planeado: el periodista ha sido asesinado, usted se ha mostrado dolido, y la narrativa de la víctima empieza a calar. Pero hay un pequeño detalle que podría arruinarlo todo: los autores materiales.
Sí, esos simpáticos muchachos que apretaron el gatillo. Si hablan —y tarde o temprano hablarán— podrían comprometer a gente que no debería ser comprometida. La solución es tan antigua como efectiva: elimínelos.
No es algo personal. A nadie le gusta tener que barrer debajo del cuerpo, pero hay que hacerlo. Coordine con sus contactos de las cárceles una salida elegante: un suicidio en prisión es siempre la opción predilecta: una sábana en la celda, una nota manuscrita. Nada demasiado elaborado—al pueblo no le interesa la verosimilitud, solo el gesto.
La lógica de este paso es simple: los muertos no hablan, y los vivos hablan menos si entienden que podrían morir. Así, una vez liquidados los ejecutores o asegurado su silencio, usted podrá seguir caminando con la frente en alto. La sangre, al fin y al cabo, no salpica cuando se sabe delegar.
Seis hombres colombianos, acusados de ser los autores materiales en el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio, fueron hallados muertos el viernes dentro de la Penitenciaría del Litoral, en la ciudad de Guayaquil.
Los cuerpos fueron encontrados en el pabellón 7 del centro carcelario, una zona controlada por bandas criminales. Según informes preliminares, los reclusos murieron por asfixia (ahorcados), en lo que autoridades describen como un posible acto coordinado para silenciarlos.
El hecho ocurre menos de dos meses después de su detención por su presunta participación en el atentado que le costó la vida a Villavicencio el 9 de agosto de 2023, en plena campaña electoral. El asesinato de los sicarios en prisión agrava las dudas sobre la capacidad del Estado ecuatoriano para garantizar la seguridad de testigos clave en casos de alto perfil.
La Fiscalía ha abierto una investigación por homicidio y ha ordenado peritajes forenses y revisión de las condiciones de seguridad en la prisión. Hasta ahora, no se ha identificado a los responsables ni se ha ofrecido una explicación oficial sobre cómo ocurrieron los hechos dentro de un recinto supuestamente controlado por el Estado.
Fuentes:
«Ahorcamiento de siete sicarios del caso Villavicencio sigue sin respuestas» (La Fuente – Periodismo de Investigación)
«Hallan muertos en Ecuador a los 6 acusados de asesinar a Fernando Villavicencio» (The New York Times)
«Qué se sabe del presunto asesino de Fernando Villavicencio y de los otros 6 colombianos detenidos en Ecuador» (BBC News)
5. El arte del encubrimiento II: el poder legislativo. Superado el asunto de los sicarios es momento de atender otro frente no menos importante: el político. Porque si algo caracteriza al político promedio es su histeria por figurar.
Y cuando un periodista aparece acribillado, los legisladores huelen la sangre como tiburones. No por justicia, claro, sino por la oportunidad de volverse tendencia en redes sociales.
Es probable que algún asambleísta de espíritu moralista —o simplemente con ganas de molestar— proponga crear una comisión especial de investigación. Usted podría, en un arranque de sinceridad, reconocer que es un riesgo. Pero no se preocupe: también es una oportunidad.
Lo primero: no bloquee la comisión. Eso solo levantaría sospechas. Apóyela con entusiasmo. Declárese EL MÁS INTERESADO EN LLEGAR A LA VERDAD. Así, en mayúsculas. Lo segundo: infiltre. Asegúrese de que los miembros de la comisión respondan a usted. No todos, claro, pero sí los suficientes como para bloquear cualquier intento de denuncia real. Recuerde que, en un país como Ecuador, cada legislador tiene su pequeño cadáver en el armario. Su tarea es abrir la puerta del armario justo antes de la votación. Chantajes, promesas, puestos, valijas… lo que sea necesario. Aquí no se trata de política: se trata de supervivencia.
El objetivo es simple: que el informe final no lo mencione a usted ni de reojo. Si es posible, que diga que el asesinato fue obra de “delincuencia común”. Algo trágico, sí, pero sin tinte político. Como cuando un ladrón mata a un ciudadano que se resiste a entregarle la billetera o el celular. Triste, pero banal. Triste, pero inevitable.
🔴 Flash Informativo
14 DE JUNIO DE 2024
El informe de mayoría aprobado por la Comisión Ocasional de la Asamblea Nacional sobre el asesinato del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio ha sido calificado como un intento grosero de encubrimiento. Con el respaldo de seis de sus siete miembros, pertenecientes a las bancadas de Revolución Ciudadana, ADN, PSC y Pachakutik, el documento sostiene que el crimen fue cometido por delincuencia común, ignorando las evidencias que apuntan a una conspiración política y criminal de alto nivel.
El informe minimiza el contexto en el que ocurrió el asesinato, omite la trayectoria de Villavicencio como periodista investigativo y desestima sus múltiples denuncias contra el narcotráfico y la corrupción. Presenta el crimen como un hecho más dentro de la creciente violencia que vive el país, sin reconocer que el candidato había sido objeto de amenazas sistemáticas, ni que estaba en la mira de mafias políticas y económicas.
En lugar de identificar las redes que habrían participado en la planificación y ejecución del crimen, el documento se limita a señalar al expresidente Guillermo Lasso como responsable por omisión, debido a la ineficacia del Estado para garantizar la seguridad del candidato. Aunque reconoce que hubo fallas en la protección oficial, no profundiza en las responsabilidades internas ni en la infiltración institucional que habría facilitado el ataque.
El informe de minoría, elaborado por el movimiento Construye —que respaldaba la candidatura de Villavicencio— presenta una versión completamente distinta. Sostiene que el crimen fue claramente político y que el periodista fue asesinado por haber expuesto una red de corrupción y narcotráfico con tentáculos dentro del Estado. Denuncia que funcionarios del sistema ECU 911 facilitaron la ubicación del candidato a sus asesinos, y que varias figuras vinculadas al crimen organizado, como Xavier Jordán, Ronny Aleaga, Leandro Norero y Pablo Muentes, habrían tenido un rol clave en la conspiración para silenciarlo.
Este informe alternativo también critica el intento de imponer una narrativa oficial que diluye la responsabilidad política y encubre a los verdaderos culpables. Señala que se repite el mismo patrón de impunidad visto en el caso del general Jorge Gabela, otro crimen que el Estado intentó atribuir a la delincuencia común.
Las hijas de Villavicencio calificaron el informe aprobado como «el informe de la impunidad» y denunciaron que omite deliberadamente conexiones reveladas en investigaciones como Metástasis y Purga. Advirtieron que, de persistir esta negación de la verdad, se perpetuará el ciclo de violencia y corrupción que ha marcado a la política ecuatoriana en los últimos años.
Tras la votación en la comisión, el informe pasará al pleno de la Asamblea. Todo apunta a que será aprobado por las mismas fuerzas políticas que lo respaldaron originalmente, mientras las esperanzas de justicia real quedan ahora en manos de la Fiscalía y el sistema judicial.
Fuentes:
«Comisión del caso Villavicencio parió un informe de la impunidad» (La Fuente – Periodismo de Investigación)
«Familia de Fernando Villavicencio describe como ‘narrativas mediocres’ al informe sobre su asesinato de la comisión ocasional de la Asamblea» (El Universo)
«»En la narcopolítica están los asesinos de mi padre»: hija de Fernando Villavicencio lo recuerda un año después de su asesinato en Ecuador» (CNN en Español)
6. Promueva el vilipendio colectivo del cadáver. El periodista ya no respira, los sicarios ya no existen, y el informe legislativo ha decidido que usted no tuvo nada que ver. Pero aún queda un obstáculo más molesto que todo lo anterior junto: la memoria.
La memoria es el peor enemigo del poder. Peor que la oposición, peor que la prensa libre, peor incluso que una auditoría internacional. Porque cuando un periodista asesinado es recordado como mártir, como héroe, como símbolo… entonces el crimen no termina con su muerte. Se vuelve incómodo. Persistente. Se convierte en relato. Y eso no se puede permitir.
Aquí es donde entra en juego la joya de la estrategia: matar al periodista por segunda vez. Ya no con balas, sino con palabras, dudas, sospechas. Es el arte mayor del poder político: el vilipendio del cadáver.
¿La clave? Que no parezca una operación orquestada. Use a periodistas alineados, voceros útiles… gente sin escrúpulos, pero con seguidores. Ellos serán su brazo sucio para ensuciar al muerto.
El guion es simple y eficaz:
— “No era tan valiente como dicen.”
— “Tenía nexos turbios.”
— “Recibía sobres con dinero.”
— “Quizá su muerte la tenía bien merecida.”
Inserte duda donde antes había indignación. Que la opinión pública ya no sepa si llorar o escupir. Que no quede claro si el periodista era un héroe o un corrupto disfrazado. Que la indignación se diluya en sospecha, y la sospecha en aburrimiento.
Y para eso, nada mejor que convertir su cadáver en espectáculo. Promueva entrevistas circulares, hilos en redes, programas de “investigación” con musiquita de suspenso.
Este es su horizonte: que el país entero se entretenga con el muerto. Como quien mira un true crime de Netflix. Como quien prueba un nuevo sabor de helado.
Verá cómo funciona maravillosamente. En sociedades como la ecuatoriana, el morbo siempre gana. Y si el cadáver es golpeado lo suficiente frente a la opinión pública, terminará pareciendo que se mató solo.
¿La familia se indigna? Perfecto. Más show. Más drama. Que lloren en vivo. Que griten. Que se desesperen. Cuanto más ruido hagan, más irritarán al espectador promedio, ese que sólo quiere llegar a casa, prender la televisión y no pensar demasiado.
Y así, con el periodista reducido a un personaje polémico, contradictorio, manchado por versiones y especulaciones, su asesinato quedará archivado, como todo en este país: bajo una montaña de dudas que nadie se molestará en resolver.
Misión cumplida: el cadáver ya no es un mártir. Es solo otro cuerpo opinable.
🔴 Flash Informativo
NOVIEMBRE 2024
Una peligrosa trama de filtración masiva sacudió a Ecuador en noviembre de 2024, cuando más de 9.000 supuestos chats privados del asesinado candidato presidencial Fernando Villavicencio fueron divulgados. Las conversaciones, que involucraban a más de 150 periodistas, revelaron una inquietante coordinación entre sectores del correísmo y el medio digital La Posta, dirigido por el creador de contenidos digitales Andersson Boscán.
La operación comenzó el 6 de noviembre, cuando Priscila Schettini (candidata a la Asamblea por Revolución Ciudadana) y Angélica Porras (exaspirante a la Corte Constitucional con apoyo correísta) publicaron en redes sociales un enlace a una carpeta de Google Drive con 8.959 archivos atribuidos al teléfono de Villavicencio. El material contenía intercambios sensibles que la Mesa de Articulación para la Protección de Periodistas (MAPP) identificó como «potencialmente letales» para al menos 30 periodistas que investigaban crimen organizado y corrupción.
Horas después, Andersson Boscán, fundador de La Posta, anunció un programa especial titulado «Los archivos secretos de FV». Reveló que su medio poseía los mismos documentos «desde hacía más de un mes», detallando que contenían 68 gigabytes de documentos, fotos y videos.
La aparente coordinación se hizo evidente cuando el expresidente Rafael Correa —enemigo histórico de Villavicencio— divulgó personalmente una página web exclusiva con los chats: un buscador temático de las supuestas conversaciones. Este sitio fue registrado el 10 de noviembre de 2024 bajo reserva de identidad en Reikiavik (Islandia), específicamente en el edificio Kalkofnsvegur 2, sede de la Faloteca Nacional Islandesa.
La filtración —calificada por la MAPP como «la mayor violación de privacidad a periodistas en el país y la región»— desató una campaña de estigmatización contra profesionales que investigaban redes de corrupción, narcotráfico y crimen organizado. Esto los expuso a represalias en un país donde se registraron 1.031 agresiones a la prensa entre 2021 y 2024. Pese a las negaciones cruzadas, la secuencia de eventos y el aprovechamiento mutuo entre operadores políticos correístas y el medio digital revelaron una trama oscura donde el derecho a la intimidad y la seguridad de los periodistas fueron sacrificados en batallas políticas y electorales.
Fuentes:
«Filtración masiva: un análisis sobre la publicación de los chats de Fernando Villavicencio» (Periodistas Sin Cadenas)
«Correa difunde web registrada en el Museo de los Penes» (Plan V)
«Difunden miles de supuestos chats de candidato presidencial asesinado en Ecuador» (Infobae)
«Filtran supuestos chats de Fernando Villavicencio, el candidato asesinado en Ecuador en 2023: ¿qué dice la Fiscalía?» (CNN en Español)
7. Hostigue a la familia del fallecido
Usted ya tiene prácticamente todo bajo control: el periodista ha sido silenciado; los ejecutores fueron suicidados; el Legislativo lo ha exonerado, y el cadáver ha sido socialmente demolido. ¿Podría relajarse? No. Nunca subestime a los dolientes: la familia del periodista asesinado es, en este punto, su amenaza residual. Puede que no tengan poder, ni medios, ni dinero, pero tienen algo mucho más peligroso: sed de justicia. O, peor aún, duelo. Y el duelo convierte a gente común en personas temerarias. Padres, hijos, esposas o hermanos con el corazón roto y nada que perder pueden ser más difíciles de controlar que cualquier periodista vivo.
Usted debe actuar antes de que esa familia se convierta en símbolo, antes de que en algún mural de barrio aparezca un rostro pintado con la palabra «Justicia», antes de que una hija empiece a recorrer redacciones o tocar las puertas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Aquí, la receta es sencilla: quiebre a la familia.
No los mate, por supuesto. A estas alturas, eso sería grosero. Basta con destrozarlos lentamente. Métales juicios por cualquier causa. Actíveles a sus trolls, influencers y periodistas serviles. Que tilden a la familia de oportunista y corrupta. Que lleguen al punto de rogarle una tregua. Que sientan que lo mejor que pueden hacer por el fallecido es cerrar su trompa.
Y si la familia insiste en cuestionar, entonces habrá que enseñarles, con todo el peso de la intimidación, que también ellos pueden ser silenciados.
🔴 Flash Informativo
AGOSTO 2024 – MARZO 2025
A finales de agosto de 2024, el prófugo de la justicia ecuatoriana Xavier Jordán, investigado por delincuencia organizada y cuyo récord incluye difusión roja de Interpol, amenazó públicamente a Amanda Villavicencio, hija del periodista asesinado Fernando Villavicencio. A través de su cuenta en la red social X, Jordán la insultó y advirtió que la llevaría a tribunales en Estados Unidos, replicando la estrategia judicial que antes usó contra su padre. El ataque se dio luego de que Amanda compartiera un reportaje del medio La Fuente, fundado por su padre, que vinculaba a Jordán y otros personajes con redes criminales, en el marco de un especial titulado Un año sin Fernando.
En su publicación, Amanda denunció la aparente coordinación entre los actores señalados en el reportaje, entre ellos Jordán, acusándolos de actuar en sincronía para intimidar y desviar la atención de la investigación sobre la autoría intelectual del asesinato de su padre. Jordán respondió con una serie de agravios cargados de violencia de género, asegurando que la demandaría por calumnias y difamación en Estados Unidos. Esta amenaza generó temor en Amanda y su familia, especialmente considerando que Jordán es mencionado en los chats del narcotraficante Leandro Norero, en el caso «Metástasis», como uno de los posibles interesados en silenciar a Villavicencio. En esos mensajes, Jordán pedía explícitamente a Norero «resolver lo de este Villa». Norero, días después, le pediría consejo a Andersson Boscán -con quien se trataba de «hermano» y «ñaño»– sobre qué hacer con Villavicencio:
Norero a Boscán: O usted me aconseja, ¿dejo eso no más hasta que [Villavicencio] se aburra? Dígale, como amigo, no quiero cometer errores, de verdad, lo único q busco es la libertad de mi familia.
Boscán a Norero: No se aburre de los temas hermano. Él es así.
En diciembre de ese mismo año, Jordán anunció que Tamia y Amanda Villavicencio serían citadas a declarar en una demanda que él mismo interpuso en Florida contra la Fiscal General Diana Salazar, por presunta difamación. No obstante, el 20 de marzo de 2025, la jueza Vivianne Del Rio del Tribunal de Circuito de Miami-Dade desestimó la solicitud de Jordán, concluyendo que carecía de fundamentos y que constituía un intento de hostigamiento judicial contra las hijas del periodista. En su fallo, la magistrada concedió además una orden de protección a favor de Tamia y Amanda, impidiendo que sean obligadas a testificar en condiciones que vulneren sus derechos.
El pronunciamiento judicial fue valorado como un precedente importante por organizaciones como Fundamedios, que advirtieron sobre el uso del sistema legal por parte de Jordán para acosar a periodistas y familiares de víctimas. A la fecha, el prófugo ha impulsado más de ocho demandas contra comunicadores en un aparente esfuerzo por silenciar voces críticas y entorpecer la búsqueda de justicia en casos de corrupción y violencia política. La decisión de la jueza Del Rio representa un freno a estos intentos y una defensa del derecho de las víctimas a no ser revictimizadas por mecanismos judiciales abusivos.
Fuentes:
«Prófugo de la justicia amenaza con demandar a la hija de Fernando Villavicencio» (Fundamedios)
«Jueza en Miami falla a favor de las hijas de Fernando Villavicencio» (Fundamedios)
«Un requerimiento fiscal vincula a altas figuras del correísmo con el asesinato de Fernando Villavicencio» (Infobae)
«La Fundación Periodistas Sin Cadenas ante los chats de Leandro Norero y Andersson Boscán» (Periodistas Sin Cadenas)
«Boscán, que enfrenta dos indagaciones en Fiscalía, iba a publicar un libro con el Patrón Norero» (Código Vidrio)
Epílogo: está usted listo. Ahora sí. Ha recorrido todos los pasos: ha espiado, perseguido, asesinado, encubierto, manipulado, vilipendiado y aterrorizado. Ha convertido el crimen en narrativa, la narrativa en confusión, y la confusión en olvido.
Ha probado lo más alto del arte político latinoamericano: matar sin dejar huella, o mejor aún, dejar tantas huellas que nadie sepa por cuál seguir.
Si llegó hasta aquí, usted no solo ha eliminado a un periodista. Ha domesticado la memoria colectiva. Ha garantizado su impunidad. Y ha dado una lección ejemplar al resto de la prensa: la línea entre la verdad y el silencio la traza usted.
Que no le tiemble la mano.
Que no le tiemble la voz.
Y sobre todo, que no le tiemble la sonrisa.
Está usted listo, ilustre político.
Le deseo, de todo corazón, la mejor de las suertes. Y recuerde: en países como Ecuador, la historia siempre la escribe el que sobrevive.