Por Sigrid Vásconez
Y, ¿entonces la COP26 en Glasgow fue un fracaso o se lograron avances?
Esta pregunta es difícil de contestar de manera rotunda.
Desde el lado de la diplomacia, el lograr el cierre de una COP (cuyas siglas significan Conference of Parties (en inglés) o Conferencia de las Partes que suscriben la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) (https://bit.ly/3necOEV) en sí esn un gran logro, pues para cerrar el texto final se requiere consenso de todos. Sin embargo, como ya se lee en las noticias, el texto ya dejó a muchos insatisfechos. A continuación algunas de las primeras insatisfacciones, que seguramente crecerán una vez que se analice a profundidad lo que se acordó en Glasgow:
A último momento India y China lograron modificar el texto en torno al compromiso global para reducir el uso de carbón en la economía. La meta de reducir progresivamente (phase out) el uso de carbón se suavizó hacia la búsqueda de reducir el uso del carbón (phase down). Esta sutil diferencia entre una afirmación frente a una declaración de un esfuerzo hace un mundo de diferencia. En China e India, las minas de carbón contribuyen enormemente a su producto interno bruto (en India es alrededor del 10%) y emplean una gran cantidad de población. La modificación del texto acordado en Glasgow refleja la preocupación de estos dos países de cómo lograr la transición en ese sector de la economía, pues millones de personas se quedarían sin medios de subsistencia.
Ahora bien, lo logrado por China e India para estados islas como Seychelles o Kiribati una sentencia de muerte. Un débil compromiso para la descarbonización de la economía global significa que la trayectoria del cambio climático continuará. Kiribati, que queda en la zona central oeste del océano Pacífico, cerca a Australia y Nueva Zelanda, será el primer país que desaparecerá por el incremento en la altura de los océanos que ya se observa por el cambio climático. Si quieren sobrevivir, los Kiribatenses tendrán que irse a otro lugar.
La triste realidad de los estados islas también es compartida por países como Bangladesh, donde 1 persona de cada 8 va a tener que migrar por culpa del cambio climático. Con el incremento en la altura de los océanos el agua salina destruye las zonas de cultivo y afecta el suelo. Millones de personas se quedan sin medios de vida.
Debido a que los efectos del cambio climático ya están presentes, en la COP21 en París, el texto final acordó que los países, especialmente los desarrollados, reconocerían las pérdidas y daños que ya se han ocasionado. Este compromiso orientado en especial para los pequeños estados islas (Small Island States) y los países menos desarrollados (LDC) se debía retomar en la COP26, pero sin embargo el mecanismo de financiamiento no llegó al texto final. Para países como Honduras, que en el 2020 experimentó los huracanes Eta e Iota en un lapso de dos semanas, fondos para fortalecer su resiliencia a estos fenómenos, que serán cada vez más frecuentes e intensos, es de vital importancia. Sin apoyo internacional, los refugiados climáticos hondureños seguirán intentando cruzar la frontera de los EEUU. Así que la modificación del compromiso adquirido en Paris, por un espacio de diálogo para acordar compensaciones por las pérdidas y daños de la actual crisis climática, se puede considerar un fracaso.
Sin embargo, desde la otra vereda, a pesar de estos elementos, Glasgow si logró mucho. Por primera vez, los países se pusieron de acuerdo en reducir el gas metano (CH4), que impactará mucho en la forma de producción agropecuaria. Por otra parte, y como lo mencionó John Kerry, el enviado especial sobre Cambio Climático de EEUU, se logró mantener la meta de que la temperatura global no supere el 1.5°C grados centígrados. Si bien, como él y otros negociadores mencionaron, los compromisos nacionales aún no se alinean con esta meta pues las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC o INDC por sus siglas en inglés), o sea lo que cada país se ha comprometido ha hacer, la temperatura aún se incrementará en 2.7°C grados al 2030. Sin embargo, en Glasgow se acordó que en la siguiente COP (que sería la COP27 en Egipto) las NDC se deberán revisar nuevamente y alinearlas a la meta de 1.5 °C grados. Como lo menciona el anuncio de Guterres, Secretario General de la ONU (https://bit.ly/3qCPp1N) la COP26 no logró resolver las contradicciones enormes que existen entre los países, pero al menos se acordó en que se debe avanzar hacia allá.
Para muchos el discurso diplomático tiene un sabor agridulce. Pues, la expectativa de la COP26 era muy alta. Pero, considerando que la Convención de Cambio Climático es el instrumento más complejo y difícil que tenemos en el planeta, porque la crisis climática afecta a todas las dimensiones de la sociedad. Lo que se negocia son trayectorias del desarrollo, intereses económicos (nacionales, corporativos, locales), modos de vida y supervivencia cultural de pueblos y nacionalidades indígenas; en fin dimensiones donde hay claramente contradicciones.
En todo caso, desde otras aristas considero que la COP26 tuvo un importante impacto. De pronto vi que gente que en su vida había puesto los ojos en las COP, estaba siguiendo y comentando la de Glasgow, algo que es muy bueno (por fin hay un seguimiento a lo que se negocia allá). El efecto Greta Thunberg ha traído a la palestra las voces de la generación que sufrirá el incremento de la temperatura global y su voz tiene cada vez más resonancia. El reconocimiento del rol de pueblos y nacionalidades indígenas a nivel global en la custodia de bosques y ecosistemas críticos se incorporó en el texto final de Glasgow. Esto seguramente abrirá oportunidades de financiamiento para pueblos y nacionalidades en la Amazonía ecuatoriana, por ejemplo, para fortalecer la gestión sustentable de sus territorios. Por parte, hay una serie de avances que no son parte de la negociación formal. El Ecuador entró a la Coalición LEAF, una iniciativa donde gobiernos y sector privado se han aliado para la conservación de los bosques (https://leafcoalition.org/). Otras, como los anuncios de la creación de una nueva reserva marina en Galápagos y la creación del corredor marino en conjunto con Colombia, Costa Rica y Panamá son buenas noticias, que sucedieron en la COP26, pero no son parte del acuerdo formal.
Con todo esto, a nivel global es difícil hacer un balance negativo u positivo. Se han dado algunos pasos, pero no son suficientes. La tarea ahora volvió a los países, pues deben regresar el próximo año con ajustes a sus NDC. El Ecuador tiene mucho que hacer. La ampliación de la frontera petrolera y minera, y proyectos hidroeléctricos como el Río Santiago se deben examinar. Es vital que modifiquemos nuestra trayectoria de desarrollo y hagamos la transición a una economía baja en carbono (hasta llegar a cero emisiones). Esta tarea con COP26 o sin COP26 la tenemos que realizar. Tenemos un año menos para cumplir con la meta del 1.5 °C grados, trayectoria que si no la cambiamos, en la próxima década, el colapso climático llegará.