La soledad de los conspiradores



La soledad de los conspiradores

amanda1 noviembre, 20215min
amanda1 noviembre, 20215min
opinion gabriela briones

Muere octubre 2021, y la cúpula de conspiradores liderados por Leonidas Iza, que aún gozan de impunidad por todos los daños y delitos cometidos hace dos años, no han logrado su ansiado Estallido Parte Dos. ¿Por qué? Porque los que se dicen representantes del pueblo llano y de los más pobres, son, en realidad, asalariados del caos, del estancamiento socioeconómico, del retroceso. Y esa comodidad económica que les da el ser auspiciados –sepa Dios por quién– da paso a una desconexión casi total con el momento que vivimos como nación y como individuos.

Como país estamos en una nueva etapa, con un joven gobierno, cuya promesa de campaña más urgente la cumplió puntualmente y a cabalidad, y cuyas nuevas metas en el mismo capítulo llamado vacunación sigue cumpliendo con excelencia, aunque sin saberlo comunicar ni capitalizar políticamente. Es digno de subrayar que en Ecuador, el gobierno de Guillermo Lasso, a través del ministerio de salud, que hasta hace poco nos daba vergüenza y miedo, hizo una hazaña: nos vacunó ¡mejor y más rápido que en la mayoría de países del mundo!

Tal vez por eso, y por todo lo que hemos sobrevivido como personas, estamos tratando de usar nuestra salud reforzada con la vacuna para generarnos oportunidades de estudios, trabajo o negocios, porque somos sobrevivientes de una pandemia. Hemos perdido seres queridos, hemos visto la muerte y la enfermedad demasiado cerca como para considerar protestar por el costo del combustible, que ahora además está congelado, sí, con unos centavos más en el precio, pero muy por debajo de lo que pagan en otros países, excepto en la devastada e inflacionaria Venezuela.

Alguien con un mínimo de olfato político y sensibilidad se habría dado cuenta que el calendario no era lo único que importaba a la hora de juntarse entre los panas del caos y la violencia, y convocar a un paro nacional. Pero la obsesión de Leonidas Iza con lo que denomina “violencia sagrada”, y sus objetivos supremacistas y antidemocráticos van más allá de toda lógica.

Es notable el abandono por parte de la ciudadanía, en especial de la juventud y de la clase media que sentía empatía por ciertas causas alineadas al mundo indígena, en especial las ambientales. Da la impresión de que defender los subsidios de los combustibles ya no puede ser defendido por ecologistas, ni por la clase media que está más preocupada por la inseguridad y la falta de oportunidades.

Hasta aquí todo claro y lógico, tan desubicados los mariateguistas, como tan ubicado el resto del país. ¿Y el presidente? Lamentablemente, el presidente pierde los papeles al enviar mensajes contradictorios, primero lo llama al diálogo, lo invita a la Conferencia sobre el Cambio Climático en Reino Unido, luego lo acusa de conspirador, parte de un “triunvirato”, y luego de ver los vanos intentos de volver a incendiar el país, lo invita al palacio de Carondelet. La inconsistencia en la palabra del gobernante es como un bombillo intermitente, que no sabemos si nos alumbrará o se apagará en cualquier momento, genera dudas y miedos, es aliado perfecto de los conspiradores que hoy están solos, pero mañana podrían estar acompañados.