El mensaje del 9 de agosto de 2023 que quisieron imponer las mafias fue claro: ya no se resistan. Al atardecer, a plena luz del día, en un evento público, en la capital, penetrando la débil estructura de la seguridad policial, las mafias que reinan en el Ecuador asesinaron a un valiente periodista que, durante 40 años, forjó una carrera formidable que luego tomó un rumbo político hasta llegar a jugarse la vida por la patria.
La vida, desde entonces, ha mutado en formas inimaginables. Mi padre, Fernando Villavicencio, ese periodista excepcional, padre amoroso y valiente coloso que ahora está entre las estrellas, fue víctima del crimen organizado y su enquiste en la política, a los que él tanto denunció y combatió.
Su ausencia no solo deja un hueco en mi pared o en mi corazón, sino que también simboliza el crecimiento de la inseguridad en nuestro país. Vivimos en una nación donde la honestidad escasea, donde pocos se toman la vida en serio, donde el legado de un gigante como él queda eclipsado por la sombra de la impunidad.
No es coincidencia que Superman sea un periodista
Fernando es una pieza clave en el engranaje del tejido social en Ecuador y América Latina. Aportando al periodismo desde sus 18 años, fue forjando una carrera alineada con la justicia social como objetivo, sin saber que se convertiría en esperanza y valentía para un país que, día tras día, lucha por no hundirse en el fango del crimen organizado.
Desde su juventud tuvo claridad en que el periodismo era un tipo de superpoder, que gracias a su ética, frontalidad, gran instinto y otras virtudes le permitieron ser un referente de lucha contra la impunidad y la corrupción.
La lucha social fue el motor de ese corazón, y encontró su trinchera en el periodismo independiente, junto con otros colegas que dieron vida a una generación de medios y profesionales del periodismo, muchos de ellos grandes buscadores de la verdad. Han sido una fuerza cuestionadora y vigilante hacia el poder y sus acciones nefastas. Perseguidos, acosados, asesinados, pusieron en riesgo su vida y la de sus familias, tantas veces, por sacar a la luz la verdad, por perseguir incansablemente la justicia.
El periodismo honesto tiene como misión exponer la corrupción enfrentando al poder y así fue la vida que yo vi desde pequeña. Mi padre y mi madre se forjaron en el periodismo y eso me mostró una forma de luchar por la justicia, mis héroes sin capa, los periodistas valientes.
Jugándose todo por la patria, por la ética, muchas veces instalando la redacción en la sala de la casa, leyendo “cientoquinientos” informes, analizando miles de documentos que podría parecer que no, pero que iban tejiendo historias de la corrupción e impunidad en nuestro país, que deben ser contadas para que no se repitan.
Haciendo investigaciones que toman meses para atar los cabos correctos y poder seguirles la pista a quienes han abusado de los recursos públicos, a quienes se han robado todo sistemáticamente en una serie de tramas de corrupción, impunidad, contratos con falla, complots, siempre para beneficiar sus bolsillos o los intereses del crimen organizado.
Fernando Villavicencio y su pasión para contar historias, iluminó mi camino, mi favorita era la de cómo un periodista había seguido las pistas y encontraba las triquiñuelas de los casos de corrupción más escabrosos en Ecuador y luego cómo eso se vinculaba con toda una estructura delictiva a nivel mundial. Él me mostró un camino para politizar el amor, el amor por la justicia.
Las habilidades de Villavicencio trascienden la mera destreza. Su aguda capacidad de observación y sus ojos de poeta, le otorgaron la habilidad de analizar con profundidad, condensar y sintetizar información de manera magistral. Luego ir a la abstracción que emerge como una herramienta clave para generalizar y extraer conclusiones contundentes de la complejidad de los casos que más le han costado a los ecuatorianos.
La lucidez de Villavicencio sirvió como guía en el complejo entramado de información de procesos emblemáticos como el Caso Sobornos, que nació del trabajo de La Fuente – Periodismo de Investigación con el nombre de Arroz Verde que llevó a sentenciar a más de 19 personas vinculadas con este delito, incluido el prófugo expresidente, Rafael Correa.
Su forma de expresión, desprovista de ambigüedades, proporciona una narrativa clara y precisa. Para mi padre, el periodismo no fue solo una profesión, sino una forma de vida.
Fernando Villavicencio encarna la esencia de un periodista sobresaliente, fusionando maestría narrativa con un compromiso inquebrantable con la veracidad. Con su labor de más de 40 años se posicionó como un referente y un defensor de la verdad.
El activismo, los movimientos sociales y la lucha por los derechos de los trabajadores fueron los pilares del joven Fernando Villavicencio lo que hizo que sea un paso obvio en el crecimiento de su carrera, su acercamiento a la política.
15 años de odio son la base de la violencia
El Fer siempre estuvo en el ojo del huracán, denunciando la corrupción y enfrentando a los poderes abusivos y mal uso de los recursos públicos, sin embargo, a partir del correato se fue forjando un ambiente de violencia colectiva contra la prensa, contra cualquiera que vaya en una dirección diferente al “proyecto político” que traían estos socialistas del siglo 21.
El odio de Correa hacia Fernando Villavicencio viene con historias que se remontan al 2007, año en el que Fernando es parte de una comisión para analizar la concesión del campo Palo Azul. En este informe, después de un arduo análisis, con otros expertos en el tema, se recomendaba la reversión del campo e iniciar acciones contra Petrobras. En este informe se comprende que hay un perjuicio al estado ecuatoriano por más de 2 mil millones de dólares.
Para Fernando fue un balde de agua fría descubrir que no había sorpresa para RC, que él era parte de un acuerdo directo con Lula Da Silva y eso era más importante que cuidar y honrar los recursos de su país. Ese día Fernando supo que RC se había entregado a los capitales transnacionales para defender sus propios intereses.
Entonces Fernando escribe más y expone las argucias de estos delincuentes de cuello blanco, que se llenaban la boca de discursos autoritarios, populistas y despilfarradores, abundantes en propaganda y clichés de dominación, a través de campañas comunicacionales.
Ahí empiezan el acoso, la intimidación, y la persecución que generaron un ambiente hostil para quien es periodista, un ambiente violento para quienes buscaban dignidad y que los recursos de la patria no sean utilizados en negociados, ni provengan de asociaciones ilícitas.
En el 30S de 2010, luego del montaje de golpe de Estado, Fernando y dos amigos más son enjuiciados y sentenciados por escribir. Demandas, exposiciones e insultos en medios de comunicación, calumnias y más vejaciones sufrió Fernando por parte del entonces todopoderoso presidente RC, hasta que en diciembre de 2013 allanaron su casa, ¿Qué buscaban? ¡Documentos! No encontraron evidencia de ningún delito, se llevaron su computadora y más de 20 mil documentos que eran parte de sus investigaciones.
Traumatizaron a una familia en la noche de navidad, vulneraron todos los debidos procesos con tal de demostrar su poder, pero también demostraron que le temían al periodismo independiente, a la palabra valiente de Fernando que ese día hizo un juramento, “las lágrimas de mis hijos no caerán al suelo, y no fue un juramento de venganza, fue un juramento de justicia”. Porque no estaban atacando a Fernando, sino al periodismo de investigación.
Fernando Villavicencio nunca dejó de escribir, ni desde la oscuridad de la clandestinidad, y cuando pudo retornar al Ecuador fundó su propio medio de comunicación periodismodeinvestigacion.com, me siento orgullosa de haber sido parte de este camino periodístico, que sería el canal por el cual junto con sus entrañables colegas, crearon poderosos reportajes sobre la corrupción petrolera, China y los 5 mil millones de dólares que le ha costado al Ecuador; Las refinerías de Esmeraldas y del Pacífico; el caso de Alex Saab y Alvaro Pulido, sus vínculos con Piedad Córdoba y a su vez con el prófugo expresidente, RC.
Otros grandes reportajes que se destacan incluyen la farsa del Sistema Sucre, las exportaciones ficticias, los 76 millones de dólares en la Central Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair con más de 17 mil fisuras, los negociados en las cocinas de Inducción, el famoso caso Arroz Verde y muchos más, que han llevado a la cárcel y han puesto bajo el ojo de la ley a la estructura delictiva enquistada en nuestro sistema de justicia.
En 2021 Fernando decide ser candidato a Asambleísta Nacional, entendiendo que en el problema está la solución. Siempre se lamentó de no tener suficiente tiempo para construir buenas bases y estructuras en su propio movimiento, sin embargo con alianzas entra triunfante a ocupar una curul y eleva la vara de lo que ha significado ser un legislador en los últimos 15 años. Presidiendo la Comisión de Fiscalización lideró 16 juicios políticos, un hecho histórico en el Ecuador.
Luego de la muerte cruzada, Fernando sentía que era capaz de hacer temblar a las mafias y a la clase política contaminada de corrupción e impunidad. Yo podía ver en sus ojos la emoción de llenar las plazas con el poder de su palabra y volver a sembrar semillas de dignidad en un pueblo deseoso de mejores tiempos.
Él estaba listo, era su momento, su preparación y tenacidad lo habían puesto en el lugar histórico para luchar por todos. La patria o la mafia dijo, lo tenía claro, él era el Presidente que iba a cambiar las reglas del juego. Lo era, era el único y ellos lo sabían, por eso lo asesinaron.
El crimen organizado como una opción de vida
Ecuador enfrenta un desafío sombrío que amenaza su seguridad y estabilidad: el narcotráfico y el crimen organizado. En las últimas décadas, este fenómeno ha evolucionado alarmantemente, convirtiéndose, incluso, en una opción laboral tentadora para muchos ecuatorianos.
La percepción dual de esta actividad ilícita como un delito y, al mismo tiempo, como una fuente de ingresos atractiva, refleja una realidad compleja en la que la desesperación económica se entrelaza con la normalización de la violencia.
El narcotráfico no se limita al tráfico de drogas; ha infiltrado niveles estatales, propagando la corrupción y sembrando la inseguridad en todo el país. Más de un millón de personas están vinculadas de alguna manera a esta actividad ilegal, mezclándose insidiosamente con la economía legítima y complicando su erradicación.
La normalización de la violencia es un fenómeno inquietante. La verdad todo es muy preocupante. Ahora hasta el Presidente Noboa se enorgullece de que Los Lobos le están diciendo que firme la paz. Hay gente que celebra estos acercamientos como victorias, pero realmente el mensaje parece ser, una vez más, ya no se resistan. Hay una carta que circula en redes sociales y que de ser genuina, sería la muestra de una acto terrible, una suerte de «vacuna nacional».
Como esos vacunadores que te dicen dame lo que yo quiero (impunidad) y a cambio yo te cuido. Así, pero para todo el país.
Por el otro lado vemos a José Serrano diciendo que pactar con los terroristas está mal, y pienso en el dicho popular: el burro hablando de orejas. A la par, el embajador de Estados Unidos expuso cómo se lava el dinero, en equipos de fútbol y medios de comunicación que extorsionan y todos identificamos, aunque no se digan sus nombres.
Imágenes de criminales, antes relegadas a los márgenes sociales, ahora se han integrado en la vida cotidiana. Este cambio destaca la necesidad urgente de una respuesta integral que vaya más allá de la aplicación de la ley, abordando las raíces socioeconómicas del problema.
Es vital reconocer el peligro de la normalización cultural del crimen organizado. Megaobras financiadas con dinero del narcotráfico, representadas como elefantes blancos, son monumentos destinados a caer, revelando la efímera naturaleza de la riqueza malhabida.
Así mismo la cultura popular, con sus narrativas aspiracionales de narconovelas, está moldeando la percepción de las futuras generaciones, creando una peligrosa normalización de la ilegalidad como una vía aceptable hacia la prosperidad.
En medio de esta oscura realidad, hay una esperanza. Una parte de la sociedad ecuatoriana, consciente de la urgencia del problema, está llamada a desempeñar un papel crucial en la lucha contra el narcotráfico.
La unidad y colaboración entre ciudadanos y autoridades son esenciales para iluminar el camino hacia un Ecuador más seguro y próspero, libre de las sombras del narcotráfico que amenazan su tejido social.
Un Ecuador Valiente
Fernando no sólo soñaba, tenía una visión. Veía un Ecuador valiente, habitado por personas sencillas, bondadosas y virtuosas, dispuestas a arriesgarnos por el país que amamos.
A veces es tan difícil sentir ese orgullo de ser ecuatorianos, sin embargo es palpable en eventos como un partido de fútbol, en los logros de figuras como Aguinaga o Michael Morales, en las victorias de atletas como Neysi Dajomes, o en el esfuerzo de Carapaz. O, como lo sentí yo, cuando la voz justa y valiente de mi padre llenaba las plazas, luchando contra la impunidad, reviviendo en todos los ecuatorianos la posibilidad de volver a soñar libertad y soberanía para nuestro país.
Creo con todo mi ser que Fernando habría ganado la Presidencia, pero una parte de mí se alegra de que no haya sido así, de que ahora descansa en paz, me alegra que ahora es intocable, está tranquilo sabiendo que sembró en buena tierra.
La corrupción y la mediocridad son poderosas, y a menudo se infiltran con sus tentáculos incluso en las mejores intenciones, más aún cuando vemos un país en el que la justicia y otros sectores del estado están tomados por las mafias y gobiernan a vista y paciencia, incluso en contubernio con las autoridades.
Ahora tenemos a un presidente de cartón, Daniel Noboa, que parece que aún no entiende cómo llegó a esta posición luego del asesinato de Fernando Villavicencio, coptando los votos de quienes se posicionaban como anticorreistas.
Sin sorpresa, pero con asco, vemos una Asamblea carroñera que se disputa el cadáver de nuestra democracia. Negociando impunidades, pagando favores entre agendas políticas de viejos matrimonios entre Nebotes, Correas y Noboas. Son obvias las maniobras como la metida de mano en la justicia, la persecución a la Fiscal en nombre de una gobernabilidad blasfema.
Pero no crean que no los estamos viendo, no vamos a pasar la página, no vamos a olvidar esta afrenta; todo lo contrario, vamos a organizar nuestras valentías y seguir nuestro deber cívico de recuperar la alegría de ser ecuatorianos.
El mensaje es ya no se resistan
Primero nos aterrorizan y luego nos invitan a que ya no nos resistamos, a dejarnos gobernar por el delito. La forma de rendirse es seguir apañando al correísmo, al socialcristianismo, a estos partidos que han normalizado la violencia. Ahora nos invitan a pensar que ellos son la única opción para combatir el crimen organizado; el mismo crimen al que ellos le abrieron la puerta de nuestro país.
Propagandas confusas entre amenazas y mensajes con prácticas sistemáticas y serviles a las mafias afirmando este patrón de violencia. Nos dicen que solo con ellos estaremos bien, porque saben cómo mantener tranquilo al narcoestado que fundaron sobre la sangre de nuestro pueblo.
Como dijo Villavicencio, «yo no les tengo miedo, que vengan nomás. Lo único que pueden hacer es matarme, y con eso liberamos un pueblo entero». Nuestra manera de no rendirnos es formar y crear estructuras desde el cuidado, y no descansaremos hasta ver el sueño de Fernando Villavicencio cumplirse: un Ecuador libre de mafias, un Ecuador donde ser valiente sea una constante, un pueblo valiente que sueña.
Somos capaces de someter a las mafias del narcotráfico, de la minería ilegal, de los sobornos y de la corrupción, principalmente vencer a la mafia política financiada por el narco que le ha inyectado dinero de sangre a nuestro país.
Lo hemos visto y por eso quieren seguir en el poder para limpiarse entre ellos. Quieren que la gente ya no se resista a vivir del delito, haciéndonos pensar que eso es rebeldía. Pero están equivocados.
Fernando Villavicencio fue un activista, periodista, un luchador social que abrió un camino. Nos ha mostrado que necesitamos hacerlo juntos, todos quienes soñamos con una patria soberana.
Papi llenó las plazas y encendió corazones que estaban dormidos con sus frases potentes, como «la patria o la mafia» y «escribir es la victoria» o su enseñanza final, “somos mucho más de lo que pensamos».
Con su trascendencia, Villavicencio nos abrió la senda, nos demostró que es el fuego que enciende otros fuegos. Ahora nos queda llevar nuestra propia valentía en alto, no temerle al camino honesto en un país donde la viveza criolla y la impunidad son la ley. Debemos ser ecuatorianos rebeldes.
Mi trinchera de lucha
Con un corazón roto, pero lleno de esperanza me doy cuenta que desde pequeña me he preparado para esto, para crear una nueva forma de seguir poniendo luz en la tierra, para transformar el dolor en proyectos amorosos que acompañen a sanar las grandes heridas del mundo.
Sueño con formar equipos y alianzas para cultivar esas semillas que sé que darán frutos, aunque no los vea ahora, sé además que el arte, las artes marciales, y el periodismo son mis poderosas herramientas de transformación social.
Es un desafío abordar la apatía de los jóvenes hacia la realidad nacional, la política sobre todo, así nos quiere el poder, alejados de ser protagonistas de nuestro camino, sin embargo, somos nosotros quienes ahora elegimos presidentes y eso tiene consecuencias en la vida cotidiana.
Ante este escenario en el que la impunidad ronda, asumo con coraje la dirección de La Fuente – Periodismo de Investigación. No para llenar el vacío que dejó mi padre, sino para construir un nuevo camino, para devolverle la dignidad a una lucha que ha sido vejada durante más de 15 años: la lucha periodística por la libertad de expresión y la democracia. Orgullosamente acompañada por un equipo multidisciplinario, el apoyo férreo de mi hermana Tamia y mi familia, comandados por el gran maestro que habita en mi corazón, me comprometo con la misión de revitalizar este medio de comunicación.
Siempre sonrío al pensar en esa frase y la carita de broma de mi pa al decirla: “Oiga niña, usted que estudió comunicación, haga un portal para publicar mis investigaciones”. Nació en la mesa de mi comedor, luego de una injusta persecución y exilio, en el momento más difícil de la carrera periodística de mi padre. Fue un sueño cumplido el de fundar La Fuente – Periodismo de Investigación, con el amor y la complicidad entre un padre y su hija.
«Escribir es la Victoria», frase de mi amado Fernando, es la bandera de este renovado compromiso con el periodismo, la democracia y la justicia. Gracias a todos los que han caminado a nuestro lado en este viaje que ahora tiene un nuevo comienzo.