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El 16 de abril del 2016 la tierra tembló con una fuerza descomunal “tanto que parecía que el corazón del mundo latía con furia infinita”. En ese espantoso momento, un edificio de 4 pisos, ubicado en las calles Chile y Alajuela, de la ciudad de Portoviejo, se vino abajo y confinó bajo toneladas de cemento a Ligia Magdalena y a Pedro, dos despachadores de una farmacia que funcionaba en ese edificio.
Ellos, personas sencillas, con familias, con sueños, se aferraron a la vida tras el siniestro. Pero solo Ligia Magdalena logró sobrevivir y, luego de 21 horas y 35 minutos, pudo ser rescatada con éxito, de entre los escombros.
Esta es una historia de la vida real que relata el manabita Félix Pilay Toala en su novela “Bajo las ruinas del Alma”. El libro está basado en lo ocurrido durante el terremoto de 7.8 grados en Manabí y Esmeraldas, que dejó 663 muertos, 6.200 heridos, 130 desaparecidos y 29.000 damnificados.
El libro se lanzará en Quito, este 23 de julio en el Centro Cultural Benjamín Carrión, a partir de las 17h30.
Ligia Magdalena, una lección de valentía y resiliencia
El libro cuenta el gran desafío que vivió esta mujer valiente, de sonrisa contagiosa y mirada dulce, que en medio de una situación que parecería imposible de superar, conserva la esperanza y vence a la muerte.
Los diálogos con su compañero de trabajo, Pedro, y la fuerza que se dan ambos para resistir al estar sepultados tras caer el edificio, están también retratados, en medio de reflexiones sobre la vida y la muerte y su gran fe en Dios.
A lo largo de sus 198 páginas, en un formato A6 (de bolsillo), Félix Pilay relata momentos desesperantes vividos por la protagonista. “Sus pulmones completamente inundados por el espeso polvo del ambiente luchaban por mantenerse a flote en ese pozo de escombros. Ligia Magdalena intentó mover las manos y sus pies, pero el dolor la atravesó como una daga, su pie izquierdo no respondía, por el peso de la viga que lo aprisionaba”.
La narración también explora los instantes de duda, sobre todo luego de que su compañero de infortunio –Pedrito- falleciera a su lado, sin que ella pudiera hacer más que darle esperanza hasta el último aliento.
El texto describe cómo afectó a Ligia Magdalena ver apagarse la vida de su amigo: “el dolor y el miedo se unían en un solo abrazo con la muerte”. En ese momento “por primera vez, durante todo ese tiempo que llevaban sepultados, Ligia Magdalena comprendió que la esperanza era un lujo que ya no podía permitirse”.
Y aún luego de la pérdida de su amigo, que permaneció inmóvil junto a ella, Ligia Magdalena veía algo más que sufrimiento: “una necesidad de aferrarse a la vida a pesar de la adversidad”.
Como Ligia Magdalena, muchos otros manabitas y esmeraldeños vivieron historias parecidas ese día de abril, por lo que esta historia muestra el temple de una persona, pero también refleja la capacidad de resiliencia del ser humano.
Las historias de Ligia Magdalena y de Pilay se entrelazan
La historia de valentía de esta mujer manabita se entrelaza con la del autor, Felix Pilay, quien pasa de ser un analista económico a explorar la belleza de la literatura, en una vuelta del destino. Pero también se entrecruza con la de los héroes bomberos y rescatistas, e incluso vecinos que ayudaron en las tareas, cuando un minuto podría hacer la diferencia entre la vida y la muerte.
Toda su vida, Pilay la ha dedicado a los números y los textos económicos, justamente por haber estudiado Economía y ser catedrático universitario. Sus temas preferidos: presupuesto, inflación, no parecen compatibles con la versatilidad y la riqueza de la novela, del verso, o de la prosa poética.
Sin embargo, ese día del terremoto, Pilay estuvo en el sitio preciso, a la hora y el momento indicados. Ese día ayudó al rescate de una manera casi providencial.
Aunque no lo dice en la novela, Félix Pilay confiesa que al medio día del 17 de abril, cuando el calor agobiaba, todos los familiares de tantas víctimas que estaban bajo escombros, pugnaban para que los rescatistas acudieran en ayuda de los suyos.
Hubo un momento en el que los rescatistas decidieron salir de ese lugar donde se ubicaba el edificio de cuatro plantas, sin haber conseguido sacar a Ligia Magdalena. Pensaban que, luego de tantas horas, ya no habría ningún sobreviviente. Al ver el cuadro desgarrador de los hijos de Ligia, rogando para que la siguieran buscando, Pilay aseguró a los rescatistas que él había hablado con ella por celular pocos minutos antes, pero que la batería ya se le había acabado. Sostenía que Liga Magdalena estaba viva.
Esta “mentira piadosa”, esta apuesta por la vida que hizo Félix- aunque no fuera cierta- fue la que les dio una nueva razón para seguir en el lugar.
En ese momento parecían haberse alineado las estrellas, pues por el lugar pasaba Luis Horacio Mera Moreira, un transeúnte común, pero que de manera extraordinaria tenía conocimientos de trabajos de rescate. Así, Luis Horacio propuso una estrategia certera, que evitó el error que estaban a punto de cometer los rescatistas: ellos querían abrirse camino por entre las losas. Pero no habían caído en cuenta que eso hubiese provocado un colapso total, en lugar de preservar la vida de la sobreviviente. Así, la entrada hasta donde estaba Ligia Magdalena se hizo por un lado del edificio contiguo.
Las heridas aún duelen, luego de 9 años del terremoto
Han pasado nueve años del terremoto de Manabí y las heridas, tanto para Ligia Magdalena como para el país permanecen.
A Ligia Magdalena le amputaron dos dedos de su pie izquierdo, pues quedaron afectados, porque su pie permaneció aprisionado durante casi un día completo. Hoy por hoy no tiene trabajo y su situación económica es compleja.
En cambio, el país no olvida la tragedia y se indigna por cómo manejaron las autoridades de ese tiempo la supuesta reconstrucción de Manabí. Así, los ciudadanos acaban de ser testigos de una sentencia en contra de quienes “priorizaron”, a su conveniencia, los proyectos. Entre ellos hubo contratos de obras que no tienen funcionalidad para la comunidad, parques que se inundan y obras entregadas a dedo por la emergencia. Así, la Corte Nacional de Justicia (CNJ) condenó a altos funcionarios del correísmo (Jorge Glas y Carlos Bernal) a 13 años de prisión por haber mal usado más de $ 225 millones, a devolver el dinero y a no volver a participar en cargos públicos de por vida.
La memoria del Ecuador
Félix Pilay cuenta que su libro nació con el objetivo de mantener la memoria viva del Ecuador que sufrió este terremoto. Pero además busca apoyar a Ligia Magdalena quien pudo salir de los escombros y pudo contar su historia; pero ahora vive una situación económica compleja. Fue despedida hace dos años y no logra conseguir empleo.
Este fue uno de los impulsos de Pilay para decidirse a escribir la historia (ocho años después del evento), pues pensó que con el dinero recaudado -luego de cubrir los gastos de la edición- se le podría ayudar económicamente a Ligia Magdalena. En estos días, Félix Pilay recorre varios medios de comunicación promocionando su libro. El libro se lanzó en Santo Domingo, Portoviejo (Feria del Libro). Como ya se ha dicho, en pocos días habrá el lanzamiento en Quito.
Para Pilay sería importante que ahora las autoridades hicieran un levantamiento estadístico para saber cuántas personas fueron rescatadas y cuál es su situación. Considera necesario que se les haga un homenaje por su valentía, coraje y resiliencia, e incluso piensa en promover que se les dé una indemnización.
El autor del libro también opina sobre los últimos acontecimientos en el ámbito de la Justicia sobre el caso “Reconstrucción de Manabí”. Considera que esto pone en alerta a la ciudadanía sobre la importancia de luchar para no dejar que los dineros que se usaron en obras que no eran prioritarias, “no queden bajo los escombros”, dice. Propone luchar para que estos recursos vuelvan a la provincia, esta vez para mejorar verdaderamente la situación de sus pobladores.
¿Dónde comprar el libro?

- En Quito, se puede adquirir el libro en la Librería Fondo de Cultura Económica (Av. 6 de Diciembre entre Av. Colón y la Niña).
- También en el puesto de revistas ubicado en el Puente del Guambra.
- En Portoviejo en Librería Taurus (Av. Alajuela entre las calles Olmedo y Ricaurte).
- Llamando al teléfono 0994905112 se puede solicitar el envío a cualquier parte del país.